Cómo es el niño a cada edad y qué estrategias podemos enseñarle
¿Por qué pegan los niños?
Nuestros hijos son lo más dulce de este mundo. Pero a veces, pueden tener episodios de rabia o enfado donde les cuesta encontrar la manera de canalizar esa emoción, y ¿qué hacen? Pueden gritar, patalear, tirarse al suelo o pegar.
Es normal que ante estas situaciones estés preocupada, no sepas qué hacer, e incluso pueda ser incomodo ya que pensamos en qué pensaran de nuestro hijo las mamás del cole o del parque. Antes de nada, tranquilízate. Detrás del hecho en sí, hay mucho más. Es la manera que nuestros hijos tienen para reflejar algo que no saben expresar con palabras: un malestar, una necesidad emocional…
¿Significa lo mismo a cada edad?
Aunque tenemos que observar muy bien en qué situaciones ocurre: en casa, en el colegio, con su hermano pequeño, con los papás, etc. La respuesta general sería: NO. Cada edad tiene necesidades diferentes, y por eso se enfrentan el mundo de distinta forma.
-
0-2 años:
A esta edad aún no entienden qué significa pegar, no saben si es bueno o es malo, y sobre todo si deben hacerlo o no. Para ellos todo es un juego. Investigan el mundo a través del juego, y aprenden también a través de él.
Si vuestro hijo empieza a pegar en esta edad, lo que debéis hacer es mostrarle que esa conducta no es agradable para vosotros, que no es un juego aceptado. Cuando lo haga, poneros muy serios y mostrar vuestro desagrado ante esa conducta, y evitar que pueda seguir haciéndolo, cogiéndole de las manitas, levantándoos del sofá o la silla, o moviéndoos de habitación. Es importante que la respuesta de toda la familia ante esta situación sea la misma, ya que así se integrará poco a poco esa pauta, y aprenderá que si realiza esa conducta no puede seguir jugando con nosotros, y al final, se extinguirá.
-
2-3 años:
Esta es una etapa en la que nuestro hijo está en un periodo de búsqueda de poder, de autoafirmación, donde intenta siempre salirse con la suya y no acepta las negativas. La rabia que pueden sentir ante esos límites y “no”s / noes por nuestra parte, pueden llevarle a gritar o pegar, como forma de liberar esa tensión. Esto es algo completamente normal a esta edad, no desesperes. Forma parte del proceso sano y evolutivo de cualquier niño. ¿Qué podemos hacer? Debemos enseñarle que no es correcto pegar: enfádate cuando lo haga, y puedes decirle “no me gusta que me peguen”, o “si pegas me haces daño”.
Este periodo es difícil para los papis, pero también para los peques, ya que están en una lucha constante por lo que quieren y que muchas veces no puede ser en ese momento (un caramelo, ver la tele más rato, jugar en lugar de cenar, no ducharse…), y nosotros, debemos acompañarlos con amor, paciencia y límites.
-
3-4 años:
A los 3 años los niños empiezan el cole, con todos los cambios que eso conlleva para ellos. Muchos de ellos han estado hasta entonces al cuidado de mamá y papa, de los abuelos u otros familiares y han ido pocas horas a la guardería. Cuando un niño menor de cuatro años pega no quiere hacer daño, simplemente se está defendiendo de algo que considera un “ataque”: me quieren quitar un juguete, me interrumpe mientras hablo con la profesora, tengo miedo de este niño… Poco a poco deben aprender que pegar hace daño, y que no es la conducta correcta. Para ayudarle podemos ofrecerle algunas estrategias alternativas al hecho de pegar: como pueden ser enfadarse o gritar. Es importante también que validemos la emoción que siente “entiendo que estés enfadado porque haya cogido el juguete con el que tú estabas”, e intentar darle una alternativa “puedes ir a buscar otro juguete que también te guste mucho”.
-
A partir de 4 años:
A esta edad, los niños ya saben que pegar no es algo aceptado ni en casa, ni en el cole, pero aún así, a menudo ocurre. Esta actitud nos está diciendo que existe una necesidad emocional que no está cubierta, algo que nuestro hijo no sabe o no puede expresarnos con palabras, y que le está haciendo daño. Debemos observar con cariño que está pasando en el entorno de nuestro hijo que pueda estar generándole una emoción negativa que él no sabe cómo gestionar: lo hemos cambiado de colegio, nos hemos mudado de casa, ha llegado un hermanito nuevo, hemos despedido a algún familiar hace poco, etc. Si podemos identificar que ha podido pasar para que nuestro hijo esté así, aprovecha un ratito de juego para comentarlo con él, sin hablar de su conducta. “¿cómo te sientes con la nueva casa?”, de esta forma le damos a entender a nuestro hijo que nos importa cómo se siente y podemos crear un espacio de intercambio y de crecimiento.
Es importante que dejemos que nuestro hijo se desahogue de esa sensación de rabia o enfado que tiene, pero pegando no es la forma más adecuada. Si esto sigue ocurriendo es que nuestros hijos no han entendido que pegar no es una manera de mostrarnos su emoción, probablemente porque hemos permitido que la use para expresarse anteriormente. Este es un límite muy importante: claro que puede liberar su enfado, pero haciendo daño a los demás o a sí mismos, no.
Potencia todo lo bueno que hace, incluso ponle alguna obligación que la haga sentirse importante en casa. Dale muchísimo cariño y apoyo. Los padres debemos ser una fuente de paz y seguridad para nuestros hijos.
Y sobre todo…
Cárgate de amor y paciencia. Nuestros hijos están creciendo y explorando. No es fácil ser padre, y lo sabemos, pero tampoco es fácil ser hijo, y por eso debemos acompañarles siempre con cariño, seguridad y ese amor incondicional. ¡Es lo menos que podemos ofrecerles!