Cómo puedo decir “NO” a mi hija sin frustrarla.
Es cierto que los nenes todo lo piden y a ellos les gustaría que siempre fuera un sin medir las consecuencias. ¿Cómo le puedo decir a mi hija de dos años que NO sin frustrarla?
El “No” es por sí mismo una frustración. Y la frustración es necesaria para madurar, para crecer.
En la vida no todo es dulce, fácil, cómodo, divertido. Si a nuestros peques les mostramos únicamente la parte agradable de la vida ¿qué pasará cuando se encuentren con la parte desagradable?
Si tú, mamá o papá se lo consientes todo, te esfuerzas por endulzarle demasiado la vida y evitas por todos los medios que se lleve un chasco, que se disguste, que se enfade por no tener todo aquello que desea o por no poder hacer las cosas como tu peque quiere ¿Qué pasa con la otra cara de la moneda? Cuando reciba una negativa de la maestra, o de sus compañeros del cole ¿Sabrá encajarla? ¿Sabrá integrarla?
Nuestros peques aprenden sobre todo de sus padres. El principal aprendizaje y el más importante se da en el núcleo familiar. Así que si tú no le muestras la parte desagradable de la vida, tu peque se esforzará por vivir siempre en el paraíso que le supone que todo se lo consientan.
Tu hijo aprenderá a desarrollar habilidades para obtener siempre sus deseos. Aprenderá que “si lloro muy fuerte mi mamá se cansará de oirme y al final consentirá lo que yo quiero”; “si grito, pataleo con todas mis fuerzas armando un gran escándalo mi madre se preocupará y me dará lo que yo quiero con tal que yo deje de hacerlo””si me enfado mi papá se entristece y al final cede a mis deseos”. De tal forma que estos peques se convierten un unos expertos manipuladores de sus padres, abuelos, tíos, del ambiente que se rodean para obtener sus deseos.
Lo bueno para nuestros hijos, para que sepan caminar por la vida afrontando e integrando los momentos buenos y los momentos malos, las subidas y las bajadas de la vida de ser niño, de ser adolescente, de ser adulto es que aprendan a tener respuestas ante las negativas; ante los momentos que ellos sienten rabia, tristeza; ante las situaciones que sienten miedo, desorientación, angustia, soledad.
Como padres podemos y debemos acompañar a nuestros hijos en estos momentos con abrazos, besos, compañía, respeto, mimo “sé que estás sufriendo porque… que estás enfadado porque.... te abrazo y te mimo para ayudarte en estos momentos”.
Como madre, la lección más difícil que he aprendido es que no puedo satisfacer absolutamente todas las necesidades de mis hijos, y por tanto, no puedo evitar que se disgusten, enfaden, incluso sufran. El dolor, la tristeza, la rabia, la soledad,etc. forman parte de la vida. Si su padre y yo no les mostramos esta parte de la vida les estaríamos estafando.