Meditación para niños | Edúkame

Meditación para niños

Una ayuda para mejorar la atención y el aprendizaje

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Retomando la pregunta “¿Les hemos enseñado a prestar atención a los niños?” que realizamos en el artículo Cómo mejorar la atención en los niños, vamos a hablar de cómo la meditación puede ayudar a mejorar entre otras muchas cosas, la atención y la concentración.

Mejora la atención, concentración y memoria

Consideremos la meditación para los niños en principio como un entrenamiento para su mente, un ejercicio mediante el cual se ejercitan los “músculos” de la atención y la concentración y cuando estos se vuelven más fuertes, la memoria mejora con ellos, y el resultado es un aprendizaje en el niño más duradero y con mejores bases.

La meditación también facilitará que los niños trabajen su interior, que generen una mayor conciencia de uno mismo y un mayor control de sus emociones para beneficiar así su proceso de aprendizaje, porque como hemos comentado, una atención que oscila interfiere negativamente en el aprendizaje de nuestros hijos, pero una regulación emocional pobre también lo hace, ¿por qué?

Atender a nuestro interior para atender lo que nos rodea

Las emociones negativas afectan negativamente a la adquisición de nueva información, por ejemplo, si un niño se enfada es muy difícil que preste atención, se queda estancado en su enfado impidiendo ese aprendizaje, por ello es importante que nuestro hijo adquiera capacidades de regulación emocional, gracias a ellas aprendemos a reconocer y gestionar esas emociones que no nos están resultado útiles y que dificultan el aprendizaje.

¿Cómo puede meditar un niño?

A partir de los 3 años ya podemos empezar a introducir al niño en la meditación y realizarlo cómo un juego guiado que podéis compartir. Os ofrecemos algunas formas:

  • Un simple paseo puede convertirse en una experiencia meditativa. Por ejemplo, descalzos, nos ponemos sobre una alfombra con nuestro peque y con los ojos cerrados le acompañamos andando y con voz suave guiamos para que esté atento a sus movimientos: “¿Cómo nota tu pie la alfombra?, ¿es suave o rugosa? Siente tu pie al pisar, fíjate en cómo levantas la pierna al andar y la bajas al poner el pie encima de la alfombra, ahora más rápido, luego más lento…”
  • Los mandalas, son imágenes circulares con figuras geométricas en su interior. En internet podéis encontrar muchísimas plantillas para descargar y colorear con vuestro hijo. Permítele que lo coloree como quiera y sin corregirle, acompaña con una música agradable de fondo, será una muy buena experiencia para los dos.
  • Mediante los cuentos podemos hacer con ellos ejercicios muy divertidos. Lee con él alguna historia, luego dile que cierre los ojos y guíale para que recuerde los personajes de la historia, que imagine su cara, su ropa y represente ayudado por tu voz la historia en su mente.

Como veis, cualquier actividad a la que le añadamos un poco más de reflexión o de conciencia se convierte en un buen ejercicio de atención para los más pequeños. Poco a poco iréis comprobando que si la capacidad de prestar atención y percatarse de ellos mismos funciona bien, todo funciona mucho mejor.

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Escrito por:

Paula Ramírez
Paula Ramírez

Psicóloga, en formación Gestalt y Psicología clínica.

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