Cómo ayudar a nuestros hijos a dormir mejor

Este texto ha sido escrito por Nora Rodríguez - Escritora y pedagoga; autora de 13 publicaciones, entre ellas: Buenas noches, mi amor”, “¡Quien manda aquí?” o“Madres y malabaristas”. Es experta en convivencia y violencia escolar por edades y formadora especializada en buenos tratos a la infancia y parentalidad positiva.

Este escrito corresponde a un fragmento del prólogo incluido en la Guía educativa El método de dormir. 

La idea de que los bebés deben aprender a dormir implica desconocer que ya saben hacerlo desde la vida intrauterina. Implica desconocer que se readaptarán y retomarán lo que saben a partir de las propias sensaciones, el contacto, el afecto, la empatía al máximo nivel, el respeto, el alimento y la resonancia emocional. 

Su sueño, arraigado a la fuente de seguridad que es la madre, central de alimento, afecto y reconocimiento, es lo que le ayudará a autorregular el estrés de lo nuevo, y conquistar sus propios ciclos.

Nadie discute que recurrir a métodos para dormir al bebé cuyos argumentos se basan en el bienestar de los hijos y de los pares son seductores. Más aún si llegan de la mano de personas con cierta autoridad profesional y con la intención de un mayor “bienestar del grupo familiar”. Al fin y al cabo no hay argumentos para contradecir la idea de que no es bueno para los padres claudicar ante las exigencias del hijo.

Sin embargo, habría que preguntarse antes de aplicar un método de este tipo quién debe aprender: ¿Es el hijo quien debe aprender a dormir? ¿O son los padres los que deben aprender cómo ayudar a su hijo a dormir mejor? Porque ambas cosas no pueden ser a la vez. Una de las dos cuestiones debe ser prioritaria, ya que en verdad las dos son bien diferentes.

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