¿Por qué se comporta así? Ir más allá de la conducta
Los niños pequeños no dominan el uso la palabra ni poseen todavía las habilidades mentales necesarias para procesar de forma racional la información que les llega a través de su gran capacidad emocional. Así que, ante la variedad de emociones que perciben de ellos mismos y de su entorno, no pueden expresar de forma clara: “mamá me aburro en esta tienda”, “tengo miedo”, “mamá estoy feliz porque me siento amado por ti”, “profesora estoy triste porque no estoy junto a mi madre”. Por lo tanto, no nos expresan sus emociones a través de mensajes verbales -que para los adultos sería un código más fácil de descifrar-; nos lo expresan de otra forma: actuando.
¿Por qué se comporta así? Ir más allá de la conducta
La manera que un niño o niña tiene de expresar sus emociones es a través de su cuerpo y de su comportamiento. Así, cuando un niño siente ira la expresa con todo su cuerpo y conducta: poniéndose en acción con movimientos enérgicos, mandíbula apretada, sonidos fuertes de llanto o grito que acompañan estos movimientos, conducta quejosa, irascible. Cuando siente miedo lo expresa encogiendo su cuerpo, paralizando su movimiento, cerrando los ojos o con lágrimas, emitiendo sonidos suaves o fuertes y con un comportamiento de demandar refugio o cobijo en alguien que le proteja. Cuando siente aburrimiento lo expresa también con un comportamiento demandante o de frustración pues no le gusta aburrirse. Cuando siente vergüenza su comportamiento es retraído, como si no atendiera, mirada baja, carita más bien triste y poco o nada comunicativo. Como vemos, los pequeños expresan sus emociones a través de su conducta que suele ser ruidosa. Y precisamente este ruido es lo que hace que los padres, por falta de preparación e información, atendamos antes al ruido de su comportamiento que al ruido de sus emociones.
Enseñar a identificar emociones
Los niños a lo largo de su infancia van desarrollando la mente que piensa, que todavía es inmadura y se deja dominar por la mente que siente. Pero conforme los niños aprenden a gestionar su mundo emocional equilibran las dos mentes, la que piensa y la que siente. El primer paso para que lleguen a tener consciencia sobre sí mismos y poder así controlar sus emociones es ayudarles a identificarlas, ponerles nombres y saber cómo se expresan.
Jugamos toda la familia
Os proponemos un juego para realizar en familia. Colgad el póster el Duende de las Emociones, disponible en alta resolución para los suscriptores de pago, en un lugar frecuentado de la casa. Jugad con vuestros hijos a señalar como os sentís esta mañana o esta noche. Sé tú el primero, así les sirves de modelo y luego pasa el turno y anima a que expresen lo que puedan según su edad. Repite este juego cada mañana o cada noche, verás cómo irán saliendo emociones diferentes y será un buen momento para compartir vuestros hijos diferentes emociones y conductas o comportamientos. Si quieres conocer más juegos para realizar en familia con el Duende de las emociones, fomentando a la vez la inteligencia emocional, mira nuestra guía educativa Educación Emocional en la infancia
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Escrito por:
Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame