Puedes aprender a manejar las rabietas infantiles para que disminuyan y desaparezcan
“Mi hijo llora enseguida cuando no hago lo que él quiere”, “mi hija se tira al suelo y grita cuando se enfada”, “cuando le digo que no pega y grita”, etc. Estas son algunas dudas que recibimos en Edúkame de padres preocupados por la conducta de sus hijos. Estos comportamientos corresponden a las típicas rabietas que los niños y niñas tienen entre los 18 meses y los 4 años de edad, debido a su poca tolerancia ante las frustraciones.
Nuestra experiencia nos dice que cuando los padres aprenden cómo manejar esta etapa, el resultado son niños más tranquilos y equilibrados emocionalmente. Por lo tanto, niños felices y con más habilidades emocionales. Edúkame tiene un gran interés en formar a los padres, ofreciéndoles información práctica y clara sobre el periodo de los berrinches, como podeis ver en el contenido premium SOS Tiene rabietas.
La etapa de las rabietas en la infancia es una fase normal en el desarrollo del niño, además de necesaria –aunque sea incómoda y difícil para los padres– para que los niños puedan aprender a tolerar la frustración, y a expresar y canalizar sus emociones negativas (ambas son buenas habilidades emocionales). Un aprendizaje vital para vivir en una sociedad en la que tendrán que lidiar con normas, límites y renuncias, pues cuando sean adolescentes o adultos verán que no siempre las cosas serán como ellos deseen. Como padres nos gustaría que estuvieran preparados para afrontarlos y gestionarlos de la mejor manera, ofreciéndoles felicidad.
La etapa de las rabietas le permiten al niño ir practicando para ganar en tolerancia ante sus propias frustraciones, desilusiones, reveses, pérdidas, errores, equivocaciones, etc. Por lo tanto, son oportunidades que tenemos los padres para enseñarles habilidades emocionales que les ayudarán a ser adolescentes y adultos con madurez interna.
¿Qué es una rabieta?
La rabieta es una explosión emocional, que sirve como canal para expresar emociones negativas de rabia o enfado. Esta puede darse porque el niño no ha conseguido lo que deseaba, como por ejemplo: quedarse jugando en el parque y no irse a casa (como muestra el cuento La rabieta de Julieta), ponerse esa chaqueta y no la que le dice mamá, comerse una chocolatina y no el bocata, ir en brazos y no caminar, etc. También puede ser porque algo no le ha salido como él quería. Por ejemplo, una torre de construcciones que se cae, el castillo de arena que no ha quedado bien, el dibujo que no ha resultado como él quería, su coche de carreras que se acaba de romper, un puzle que no sabe cómo hacerlo y además no se deja guiar por mamá, querer comer o tal vez escribir solito y enfadarse porque no le sale bien, etc.
Tanto estas situaciones como otras ponen al niño pequeño en contacto con emociones negativas y de forma intensa –pues toda emoción en la infancia se vive de forma intensa–, que además todavía no sabe regular. Por eso se da la rabieta, porque expresa con todo el cuerpo su enfado ante el disgusto que siente, sin saber todavía cómo tolerar esa frustración.
Las rabietas infantiles son una parte normal del desarrollo y no se tienen que considerar algo negativo. Según sea el temperamento del niño o la niña, la rabieta se darán de forma regular, frecuente e intensa, o en pocas ocasiones.
¿Por qué surge?
A partir de los 18 meses y, sobre todo, de los 2 años en adelante, el niño ha ganado ciertas habilidades y madurez que le hacen ser más independiente: sabe caminar por sí solito, incluso correr, subir y bajarse de muchos lugares, sabe expresarse con palabras o pequeñas frases, etc. Esta reciente autonomía le da un cierto poder que quiere empezar a practicar. Ya no depende tanto del adulto como en la etapa anterior de bebé en la que ni siquiera podía comer por él mismo o trasladar sus juguetes. Ahora sabe expresar lo que quiere –o lo que no quiere– con gestos y palabras (aunque sea de forma rudimentaria) e incluso desplazarse por donde él quiere.
Así que ahora el pequeño de 18 meses o de 2 años y medio empieza a expresar sus deseos y espera obtener una respuesta inmediata y positiva por parte de sus padres o del adulto que esté a su cargo a sus voluntades. Cuando no es así, el niño siente una intensa frustración que por la inmadurez propia de la edad no sabe aún gestionar.
Es propio de la infancia que el niño quiera que se satisfagan siempre sus deseos, y además, sin espera, de forma rápida e inmediata (sobre todo antes de los 3 años). Puede ser motivo de rabieta que le digas a tu niño: “sí, ahora te acompaño a tirarte por el tobogán”, pero que se enfade por esperar solo unos segundos. De nuevo, le vence la rabia porque su deseo no es cumplido de forma inmediata.
Otro motivo de rabieta puede ser que el niño no tenga cubierta alguna necesidad. El hambre, el cansancio, el aburrimiento, el sueño, el sentirse solo o no atendido suelen desencadenar rabietas porque el niño siente una emoción desagradable y negativa y no sabe cómo gestionarla adecuadamente (ni sabrá, de momento, por la inmadurez de su edad).
Un vídeo dónde Cristina te explica como actuar ante los berrinches
¿Cuándo surge?
Las rabietas generalmente comienzan alrededor de la edad de 12 a 18 meses, empeoran entre los 2 y 3 años, luego disminuyen hacia los 4 años, y ya casi no se vuelven a presentar.
Entre los 2 y 3 años se suelen dar la mayoría de ellas, y, por tanto, son momentos de aprendizaje para nuestros pequeños. Necesitan aprender a regular la intensidad de sus emociones negativas y esto lo lograrán con entrenamiento. Por eso este periodo, aunque nos parezca largo y algo incómodo, es necesario para que puedan aprender a tolerar sus frustraciones y a autorregularse
Cómo superar la etapa de las rabietas
Tal y como hemos destacado en este póster -que en Edúkame hemos diseñado de forma exclusiva-los padres y educadores debemos saber qué podemos hacer antes de la rabieta, durante la rabieta y después de la rabieta.
La actuación recomendable antes de la rabieta es la prevención. Si reducimos los efectos que las provocan, nos permitirá tener que lidiar con menos escenas de rabietas, pero no evitarlas del todo (repito que tampoco es lo deseable, pues es un mecanismo sano de sacar una emoción desagradable y aprender a autorregularse).
Ofrecerles pautas claras para que se sepan qué deben hacer y que es lo que se espera de ellos; ajustar las normas y expectativas a su edas; mantener los objetos prohibidos fuera de su vista y de su alcance; atender sus propios limites de sueño y hambre; ofrecerles pocos "no" pero claros y darles tiempo de calidad son aspectos que suelen reducir considerablemente la intensidad y duración de esta etapa.
Durante la rabieta, hemos de vigilar que la expresion de enfado no se vuelva en contra del niño, es decir, que se cumplan estas tres reglas:
- No se hagan daño a ellos mismos: golpeándose la cabeza, tirándose fuertemente al suelo, pellizcándose, tirándose del cabello, arañándose los brazos o la cara, etc.
- No hagan daño a nadie: mordiendo, empujando, pegando a los demás, ya sea su amigo, su hermano, su madre, su padre, etc.
- No dañen nada: rompiendo objetos o golpearlos fuertemente.
Durante la rabieta hemos de protegerles para que no se hagan daño a ellos mismos, ni a nadie, ni a nada.
Después de la rabieta
Una vez pasada la explosión emocional que viene acompañada de llanto, gritos, pataletas, y una vez que el niño se haya calmado, es el momento de utilizar las palabras, la lógica o la razón (antes no). Ahora sí podemos hablarle de cuál era la conducta adecuada, los motivos por los que no le hemos dejado hacer una cosa u otra, o cómo puede responder adecuadamente la próxima vez que se enfade: “ya veo que te ha enfadado que no te dejara ir descalzo por el parque, te puedes enfadar y llorar por ello pero no pegarme, cariño. Si pegas haces daño y eso no está bien”.
Poner palabras a sus emociones y acciones de forma sencilla, les ayuda a ir aprendiendo a identificarlas y nombrarlas y también a expresarlas de forma correcta. Es decir, les permite a aprender a gestionarlas.
El cuento La rabieta de Julieta permite tanto al niño como al adulto ir potenciando esta identificación emocional, fomentando el diálogo, la comunicación emocional sobre escenas de enfado o rabietas. Además es un cuento divertido cuyas ilustraciones encantan a los más pequeños, ofrece preguntas de caracter emocional para que los niños las contesten y hablen padres e hijos sobre lo que les ocurre cuando se enfadan y de sus posibles soluciones.
Enseñarles cómo expresar la rabia
Debemos permitir la expresión de esta emoción pero también debemos enseñarles de qué forma la pueden descargar y de qué manera no lo deben hacer.
Las hojas del enfado son un recurso educativo y terapéutico que hemos diseñado en Edúkame para que podáis enseñar a vuestros hijos pequeños a expresar sus enfados a través de los colores y de acciones liberadoras como: pisar estas hojas, arrugarlas fuertemente, romperlas, rasgarlas, agujerearlas con fuerza, etc. Acciones todas ella válidas con un material preparado para ello. De esta forma, se valida la emoción del niño mientras se le ofrecen recursos para canalizarla de forma sana.
Jugando, la mejor forma de aprender
En Edúkame sabemos que, durante la infancia, la mejor forma de aprender es a través del juego. Por ese motivo, hemos creado el Juego Pim pam peta la rabieta de Julieta, para que los padres jueguen con sus hijos pequeños (a partir de los 2 años), a la vez que les sirve de recurso para mostrar a sus hijos maneras de canalizar la rabia de forma sana sin dañar a nada ni a nadie, maneras de calmarse tras la explosión emocional, ir ganando vocubulario emocional y todo ello en un ambiente relajado y lúdico y en familia.
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Escrito por:
Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame