¿Puedo realmente con todo?
Hoy 8 de marzo es el día internacional de la mujer trabajadora. Se conmemora la lucha de la mujer por participar en la sociedad en condiciones de igualdad con el hombre, y la lucha por su desarrollo integro como persona. En esta lucha hemos conseguido muchos avances que eran necesarios, pero a mi entender también vamos perdiendo la calidad de nuestra esencia por el camino.
En la actualidad, las familias son de pocos hijos en las que los dos padres trabajan y cuando llegan a casa (después de 8 horas trabajando) se deben repartir las tareas domésticas y la educación de los hijos (en teoría).
Pero la realidad es que aún sigue siendo la mujer quien lleva más el peso y la responsabilidad del hogar y la educación de los hijos, porque la lucha por el hombre por incorporarse al mundo familiar y emocional aún no ha empezado.
La mujer, entre tanto hacer y hacer, estudiar, trabajar, limpiar, organizar, comprar ¿nos queda tiempo o energía para algo más? ¿Nos queda tiempo de calidad para nuestros hijos y para nosotras mismas?
La conciliación con nosotras mismas
Empecemos por nosotras. Luchamos por la igualdad de género, por la conciliación de la vida profesional con la vida familiar pero ¿y la conciliación con nosotras mismas?
Nuestras necesidades ¿las atendemos? O las postergamos para cuando se pueda o simplemente, las ignoramos. Necesitamos nutrirnos, no nos queda tiempo para ello y ni tan siquiera lo reivindicamos.
Y en cuanto a la conciliación familiar ¿qué significa? Que tengamos más tiempo para llegar a casa para ponernos a: ordenar, comprar, limpiar, organizar el día de mañana, etc..
Soy Superwoman
Para mi, estamos en la generación de las mujeres superwoman, es decir, que nos creemos que podemos con todo. Podemos trabajar (y además con mucha profesionalidad), podemos llevar la casa (con más o menos ayuda de la pareja) y además podemos con la maternidad y crianza.
Y ahí es cuando yo digo: ¡ALTO! No es cierto, no podemos con la maternidad ni con la crianza. Pues ésta no precisa un “hacer, hacer, hacer” como en las demás facetas.Y además, no nos estamos formando ni nos estamos involucramdo tanto como en la otras facetas (trabajo y casa).
La crianza precisa un “no hacer, no evaluar, no prisas, no resultados inmediatos, no éxito, sí sentir y permitirse expresar, sí observar (que no es lo mismo que vigilar), mucha intuición e instinto y más jugar de verdad.
Y para ofrecer esto estamos ya muy desconectadas de nuestra esencia maternal, “la verdadera entrega”, muy cansadas y muy contaminas por el maldito verbo “tengo que hacer (mil cosas)”. Por eso no entendemos las conductas de nuestros hijos pequeños, abusamos del castigo, las amenazadas, los enfados, las órdenes.
¿Puedo realmente con todo?
Casi todas las sesiones de consulta-orientación que doy en las sesiones de aulas hogar, el principal trabajo que ofrezco a las madres es que se descuelguen esa etiqueta de puedo con todo, que tanto les pesa y no les dejar sentir ni permitir a sus hijos que sientan y expresen.
Una etiqueta que nos bloquea el instinto, la intuición e incluso nuestra inmensa capacidad amorosa. Afortunadamente me escuchan, confían en lo que les digo (algunas con muchas reservas) y se atreven a ir probando no poder con todo, a mostrarse vulnerables. Y son sus propios hijos quienes les dicen con su conducta, sus gestos, su comportamiento, “mama es así como te necesito”.
Yo también fui una mujer superwoman, y luché mucho por serlo y creer que podía con todo. Por suerte, escuché a uno de mis maestros que me fue mostrando que así ni yo ni mis hijos seriamos felices. Y en el sexto mes de primer embarazo empezó mi darme cuenta que no podía con todo. Un camino lento, a veces doloroso, y sobre todo, sobre todo muy liberador.
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Escrito por:
Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame