La autoestima y el aprendizaje
Muchos niños y niñas, sobretodo los que tienen alguna dificultad en el aprendizaje, les cuesta desarrollar una autoestima positiva ya que tienden a experimentar el fracaso y a recibir mensajes negativos constantemente. Los padres, pues, tienen el objetivo de inculcar un sentido de valor y animarlos a sentirse bien consigo mismo.
Pueden proponerse 7 recomendaciones, basadas en los sentidos y en cubrir cosas comunes, como por ejemplo:
- La relación con su hijo o hija, cuidando que los momentos que pasen juntos sean de calidad, respetarlo y escucharlo.
En este punto me gustaría compartir el caso de un niño con el que estoy trabajando. Sus padres están atareados con su trabajo y lo tienen ocupado todas las tardes con extraescolares, que además algunos no son de su agrado. El padre durante los fines de semana sólo atiende a su hermana acompañándola a los partidos. El niño se siente desatendido y siempre necesita llamar la atención, pero sobretodo quiere que lo escuches y lo valores.
A estos padres un día les expliqué lo que había deducido de su comportamiento. Les comenté lo importante que consideraba el hecho de cuidar la relación con su hijo. Era necesario que lo escucharan y respetaran sus opiniones. Les propuse que dedicaran cada día durante las comidas y antes de ir a la cama hablar del día y escuchar a su hijo (¿qué tal te ha ido el día?, ¿te lo has pasado bien en Judo?...) y que valoraran su respuesta. Los padres lo trabajaron y se dieron cuenta de que su hijo tenía muchas cosas que contar. Actualmente, han descubierto la pasión que tiene el niño por la magia y empiezan a disfrutarla junto a él. La actitud y la autoestima del niño han mejorado mucho, y con eso, la relación de familia.
- Crear un refugio seguro donde puedan sentirse especiales y valorados, y así se puedan aislar de las experiencias fallidas y los mensajes negativos. Su hogar deberá ser ese refugio.
Esta recomendación me hace pensar en un chico que tuve que venía siempre con autoestima baja y sin ganas de hacer nada. Estaba acostumbrado a comportarse mal y a que los deberes no le saliesen bien. Era una situación complicada ya que era adolescente y todo lo tenía muy interiorizado. Un día se animó a contarme un poco de él y me contó que no estaba a gusto en ningún sitio. En el colegio no le salía nada bien y siempre lo castigaban y suspendían. Ir a casa le suponía pereza y desgana ya que era más de lo mismo. Fue muy curioso lo que estuvimos hablando durante esa semana ya que él me confesó que conmigo estaba cómodo y yo le estuve hablando de lo importante de conseguir que su casa sea también un sitio donde sentirse así. Le propuse varias cosas a hacer, entre ellas animarse a contar cómo se sentía a sus padres, y si no le salía hacerlo con palabras que lo hiciese mediante una carta; también le propuse que hiciera de su cuarto un espacio de calma y a su gusto; asimismo, hablé con sus padres y les expliqué la situación. La primera reacción de ellos fue de defensa, como si lo que estaba yo contando era todo mentira, pero poco a poco accedieron y colaboraron. Los padres ahora respetan el espacio de su hijo y él aprovecha ahora ese espacio de calma cuando lo necesita.
- Valorar los esfuerzos de vuestros hijos o hijas, a toda cosa que hacen le dedican tiempo y esfuerzo. Tenemos que aprender a ver lo positivo de lo que hacen los pequeños y los no tan pequeños.
En este punto comparto la experiencia con un niño con TDAH de 8 años. Es un ejemplo claro sobre este punto. Este niño le cuesta mucho estar centrado e incluso se medica, la cual cosa comporta que necesite soporte continuo para trabajar las materias fuera y dentro de la escuela.
Aunque le cuesten muchos aspectos académicos, él sabe que cuenta con el apoyo de su familia y la comprensión de sus maestros y maestras. El trabajo de todos hace que él tenga la confianza para trabajar aunque le cueste porque sabe que un día le costará menos. Él ha conseguido estudiarse las tablas, hacer divisiones, a leer y comprender bien un texto, entre otras cosas. Asimismo, hay que seguir trabajando y ese empeño que pone el niño y su familia hace que lo pueda hacer de una manera sana. Su autoestima es buena gracias a todo esto.
-Cómo y cuándo se puede criticar su conducta y sus expectativas. Es mejor que no critiquemos su conducta delante de otros, y cuando se trate el tema en privado sólo se hable del problema, sin acusarle. Hay que evitar expresiones que hablen de algo negativo de su carácter (por ejemplo: “tú eres malo”).
Hay dos cosas a tener en cuenta cuando nuestro niño se porta mal: el cómo y el cuándo. Por una parte, tenemos que esperar al momento oportuno para tratar temas de comportamiento. Y ese momento será cuándo el niño y el ambiente estén calmados. Y por la otra, el cómo decir al niño qué es lo que ha hecho mal es más delicado, ya que tenemos que utilizar palabras que no hieran ni ataquen su carácter sino que hay que hablar de qué es lo malo que ha hecho, ayudarle a entenderlo y resolverlo, y resaltar algún aspecto positivo.
- Entender y hablar sobre sus fortalezas y debilidades con los hijos o hijas nos permite ponerles las expectativas justas a su nivel. Expectativas muy altas causarán frustración, y demasiado bajas desmotivación. Del mismo modo, es conveniente hacer ver a los pequeños que nosotros también tenemos fortalezas y debilidades, y que nos pueden ayudar a mejorar.
Por ejemplo, un chico de 14 años tiene dificultades de aprendizaje, entre ellas, la dislexia. ¿Con qué me encontré? Pues con un chico que durante la infancia tubo un PI (Plan Individualizado) en la escuela primaria, y en la secundaria los padres y el propio chico decidieron que no querían adaptación. ¿Qué ha pasado? Que se encuentra que en las clases no entiende la materia y, desmotivado, hace lo mínimo. Y es que, además, los profesores ya dan el visto bueno al escaso trabajo que hace. Lógicamente, no se esfuerza más porque ve que va aprobando. Pero este aprobado es irreal ya que este chico no ha ido adquiriendo los conocimientos. Y ¿con qué nos encontramos ahora? Con que el chico hará 3º de la ESO y el nivel académico de la clase y el suyo son muy distintos. Y ahora nos encontramos con que al chico le van a pedir que durante este verano se ponga al día, por su cuenta, en materias de las que ya ha perdido el tren aún habiendo aprobado, cómo lo son Inglés y Naturales.
Partiendo de sus fortalezas y debilidades, y situándolo en el nivel adecuado, con un PI correctamente adaptado, el niño aprenderá mucho más de lo que ahora está aprendiendo, estando mucho más motivado y contento. Su autoestima mejorará con ello. Eso es lo que he propuesto a sus padres y tutora para el siguiente curso.
- Comparar el rendimiento de su hijo con su desempeño pasado, no con el desempeño de otros. Comparar continuamente al pequeño con un hermano, primo, amigo... puede causarle frustración y no motivación, y derivar en falta de autoestima.
Eso me hace pensar en un chico de 14 años al que trato, que estaba desmotivado y no creía en si mismo. En los estudios presenta alguna dificultad, todo lo contrario de su hermano mayor de 18 años al que se le dan muy bien los estudios, algo que sus padres valoran mucho. Los padres temen que su hijo vaya por el mal camino. Éste miedo que experimentan es normal, ya que en su familia ya han tenido algún caso de abandono de estudios, y eso estaba derivando en un control excesivo hacia el hijo.
Además, me encontraba con que los padres no veían los progresos de su hijo, querían ver resultados inmediatos en las notas y eso no les permitía ver lo que el chico había mejorado. La madre me enviaba constantes e-mails mostrando preocupación: “Marta, no hay manera de que la escuela le revise la agenda. Tiene más cosas pendientes de las que se apunta en la agenda. […] Estoy bastante de bajón porque no veo cómo vamos a salir de esta […] dudo que cumpla el planning”.
A lo que yo respondí: “[…] Primero de todo necesitamos confiar en él. […] Ayer nada más entrar me comentó que sacó un 9 en un examen […] además, me explicó que le revisabas la tarea y le ponías un tic si lo había hecho. […] Es bueno hacer papel de “me interesa que me cuentes la faena que has hecho”. Ésta es la sensación que ha de tener él, no ha de tener sensación de control, sino de informar y compartir.
Los cambios vienen poco a poco, no vienen rápido y menos si van relacionados con la personalidad y las emociones. Así pues, no estés de bajón, haz el ejercicio de ver las cosas positivas que tu hijo va haciendo. Es un chico que tiene capacidad para los estudios, dale tiempo y confianza. Aunque no lo parezca, él va procesando todo lo que le vamos comentado y enseñando.”
Ésto muestra el control excesivo que le tenían. Les propuse que en lugar de controlar ellos el planning, que procuraran que lo controlase él, y que ellos se limitaran a preguntar por éste y que fuera él quien se lo contara. Hoy día, poco a poco, ya va siendo él el que se organiza el planning y yo simplemente lo superviso. Y los padres ya ven el progreso de su hijo. Hace falta confianza; en conclusión, que la evolución que sus padres esperen sea acorde a su rendimiento, y no proyectada sobre la de, por ejemplo, otro hermano.
- Asegurarse de que su hijo o hija experimenta el éxito. Es bueno que los padres les ayuden con los deberes del colegio cuando tengan dificultades, pero no lo es si los niños acaban pasando más tiempo haciendo tareas difíciles (para ellos) que tareas que se les dan bien. Por lo tanto, debe equilibrarse el tiempo necesario en esos aspectos con el que pasen haciendo cosas que sí saben hacer y con las que se lo pasan bien.
Este es un punto que muchas veces se nos pasa. Tendemos a apuntar a los niños a actividades para mejorar en los estudios, cosas que le servirán en el futuro, cosas que posiblemente nos hubiese gustado hacer a nosotros en su momento. Pero así solo conseguimos hijos desmotivados, con autoestima baja y, algunas veces, estresados. Parémonos a pensar y hablemos con él. ¿Qué es lo que le gusta de verdad? Vamos a equilibrar la balanza: le gusta el fútbol pero va muy mal en los estudios y en inglés, por este motivo acude a repaso y a inglés, y además tiene que asistir a sesión psicológica, dejando de lado lo que se le da bien y le gusta. Este niño necesita equilibrar la balanza: mantenemos el fútbol y las demás actividades se combinan u optimizan para que haya tiempo para todo. Así la balanza está más equilibrada. Ésta es la idea de este punto.
Como podéis apreciar son recomendaciones que parecen muy sencillas pero para cumplirlas hace falta trabajo personal y familiar. Las emociones marcan cómo somos y éstas se las traspasamos a nuestros hijos. La autoestima es el global que nos permite ser quien somos por esto es lo más delicado que hay que cuidar y a los pequeños hay que ayudar a formarla positivamente. Un niño o una niña con autoestima alta podrá hacer todo lo que se proponga y afrontar todos sus problemas en la infancia (y posteriormente en la vida adulta) de forma positiva y sana.