Aprender a usar el orinal o el váter es un proceso progresivo de aprendizaje
Este texto, escrito por el Dr. Santiago García-Tornel Florensa, pediatra asociado a la FAROS, es prólogo del número "No quiero hacer caca":
Un niño ha aprendido a controlar sus esfínteres cuando es capaz de ir a un váter u orinal, bajarse los pantalones, hacer pipí o caca y volver a ponerse los pantalones sin que le digan nada. Para usar el papel higiénico correctamente ya requiere mayor destreza. Es lo que hacemos nosotros. Esta actividad, que nos parece tan sencilla, requiere un período tranquilo y cariñoso de aprendizaje. Todo el mundo necesita una repetición continua para aprender sea cual sea su actividad hasta llegar a un buen dominio. En muchas actividades, la repetición se convierte en un entrenamiento continuo. Cada individuo aprende más rápido o más lento según sus cualidades innatas.
Cómo actuar ante el miedo
El miedo es una emoción que suele aprenderse y es útil para detectar un peligro o un riesgo. Es bueno tener miedo. El niño que no tiene miedo a nada tiene más probabilidades de tener un accidente. El bebé no tiene miedo a hacer caca ni pipí y los elimina cuando mejor le parece. Al crecer se le enseña a que lo haga en un lugar socialmente aceptable. Si la enseñanza no es adecuada se desencadenan problemas, fundamentalmente por dos motivos. En primer lugar, por un cambio brusco de su rutina y, en segundo lugar, por el dolor.
Desprenderse del pañal y aprender a usar el orinal o el váter es un proceso progresivo y no brusco como sucede en muchas ocasiones. Una demostración sencilla: cambien el reloj de su muñeca o la pulsera habitual, y verán cómo se encuentran incómodos. Desde que nace el bebé "va a un pañal pegado", tanto que forma parte de él. Muchos papás, con toda su buena fe, le retiran el pañal de un día a otro. El niño o niña se queda aturdido: "¿dónde haré caca si me han quitado el pañal?", piensa. A partir de ahí en muchos niños se desencadena un fenómeno en que parece tener miedo a hacer caca: se esconden, la retienen apretando las piernas, lloran y, con el tiempo, se vuelven estreñidos.
En realidad, está preocupado porque no lleva pañal. Ahora les sugiero que piensen una cosa: si desde este momento no existieran lugares para defecar (váteres, lavabos) ¿qué haría usted? Seguramente lo que hacen cuando van en coche y tienen una necesidad imperiosa: esconderse tras unos matorrales para que no le vean "sus partes nobles" y ¡buf!, qué descanso.... Cuando al niño se le intenta quitar el pañal los papás deben saber si está preparado para ello.
Aprendiendo a expresar los temores
El estreñimiento puede provocar dolor al defecar porque las heces endurecidas y agrandadas lesionan la mucosa rectal. Y eso provoca rechazo en el niño, al no entender el complejo proceso de la eliminación de las heces. El adulto sabe que si no lo hace regularmente irá a peor, tanto el estreñimiento como el dolor, e intentará defecar como sea. El niño es más simple: “si duele no hago y me evito la molestia” ya que no puede entender bien lo que se le explica, y él no puede expresar sus sentimientos.
El entrenamiento para controlar esfínteres ha de ser un proceso divertido y lento que redundara en mejorar su autoestima por superar un hito importante en su desarrollo. El niño no tiene miedo a su caca sino al dolor y a la incertidumbre.
Dr. Santiago García-Tornel Florensa
Pediatra asociado a la fundación FAROS y el Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona).
FAROS Sant Joan de Déu es la plataforma digital de promoción de la salud y el bienestar infantil del Hospital Sant Joan de Déu (HSJD) de Barcelona. Se dirigen principalmente a madres y padres que tienen interés en recibir información de calidad respecto la salud de sus hijos.
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Escrito por:
Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame