Jugar a papás y mamás, jugar a médicos en la infancia ¿cómo actuar?
Cuando los niños de 3 a 6 años juegan a médicos, o a mamás y papás están dando respuesta a su afán por conocerse y este tipo de juegos representan un medio para explorarse; acuden a estos juegos para observar lo que no se les permite en la vida cotidiana. Cuantas menos oportunidades hayan tenido de observar los cuerpos de los demás, más interés tendrán en participar en estos juegos.
Los juegos sexuales entre menores de similar edad, si participan voluntariamente (es decir que no son obligados ni forzados a jugar a algo que no quieren), son en general saludables y tienen buen pronóstico para la salud sexual posterior.
Estos juegos deben ser considerados como un proceso común y no debemos asustarnos si encontramos a nuestros niños y niñas en ellos.
No te enfades ni te asustes
Asi que lo primero que debemos hacer cuando encontramos a niños y niñas en estos juegos es no asustarse.
Si se han quitado toda la ropa no debemos gritar ni hacer una tragedia. Lo mejor es que con calma les preguntameos a a qué están jugando y sin poner cara de enfado o susto, para que así no se sientan censurados sin necesidad, y además así podremos escuchar los detalles de su historia.
No están haciendo nada malo, están jugando, investigando y aprendiendo, así que se merecen toda nuestra escucha y respeto. Os recuerdo, que este tipo de juegos no tiene nada que ver con la sexualidad adulta: no hay deseo sexual como se siente en la adolescencia o adultez y no hay morbosidad, solo hay curiosidad mostrada a través de juegos, y que este afán por conocer es muy intenso y absolutamente normal en esta etapa de la infancia.
Si no puedes actuar con calma, háblales en otro momento
Si nos damos cuenta que no tenemos la suficiente calma como para hablarles en ese momento, porque la situación nos bloquea (tal vez por desconocimiento del desarrollo sexual de nuestro hijos), les pediremos sin sobresalto que mejor se pongan la ropa y jueguen a otra cosa, y cuando estemos más tranquilos deberemos hablar con ellos sobre a qué jugaban y porqué era mejor se pusieran la ropa.
La desnudez puede ser bien vista por unas familias, pero para otras puede entrar dentro del espacio de intimidad. Pues en este último caso, se debe explicar con naturalidad, que mejor jugar con la ropa puesta así cuidamos nuestra intimidad y la de los demás. No todas las personas se sienten cómodas mostrando su cuerpo, o viendo el cuerpo desnudo de los demás, y así les enseñamos a protegerse ante los comentarios dañinos de quienes no lo vean bien.
¿Cuándo no debemos permitir estos juegos?
- Cuando los niños que juegan tienen diferentes edades, puesto que cada edad tiene unos intereses comunes, pero si las edades varian los intereses también varian y es cuando se pueden producir situaciones no agradables para los más pequeños.
- No debe ser un juego impuesto o forzado. Por este motivo es muy importante que les preguntemos a qué juegan; os sorprenderéis de las respuesta y de la ilusión, naturalidad y espontaneidad con la que os lo cuentan. Escuchando sus respuestas sabréis si el juego ha sido impuesto por alguno de ellos, y si alguien está disconforme con el juego siempre tendrá razón el que no quiere jugar y nuestra reacción irá encaminada a parar el juego pero sin poner cara de enfado por nuestra parte, pues no han hecho nada malo. Si les decimos “ es muy importante respetar la opinión de cada uno, si él no quiere jugar nadie le debe obligar”, así les estás enseñando lo importante que es escuchar y respetar. Hoy ha sido por este niño, mañana puede ser por él mismo.
- Diferente nivel de desarrollo entre los menores, de forma que unos pueden ser manipulados por los otros.
- Cuando imitan conductas sexuales claramente propias de los adultos (sexo oral, por ejemplo) que pueden haber visto en televisión o tal vez en alguna situación de abuso. Ante estos casos hemos de empezar a investigar dónde el niño ha podido aprender esta conducta que está imitando. Sin censurarle o presionarle demasiado, pues se puede asustar y cerrar en si mismo, ya que él no sabe distinguir por si mismo lo correcto de lo incorrecto, y entonces será más difícil ayudarle y orientarle adecuadamente.
- Cuando los juegos entrañan peligro de daño físico, por ejemplo si se introducen objetos. En estos casos, además de parar el juego les hemos de enseñar que no deben introducirse objetos en ninguno de su orificios: ni en la vagina, ni en los oídos, ni por las fosas nasales; así les estamos enseñando a cuidarse de si mismos.
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Escrito por:
Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame