Atención, concentración y aprendizaje
Para aprender debemos prestar atención a un estímulo concreto y gracias a la concentración logramos mantener esa atención el suficiente tiempo para procesarlo, integrarlo en nuestro conocimiento y posteriormente aplicarlo cuando lo necesitemos. Por lo tanto, tanto atención como concentración son pilares básicos en el proceso de aprendizaje.
Atención y concentración
El niño durante su aprendizaje se encuentra con un ambiente repleto de estímulos e información novedosa, lo que en ocasiones como es normal, genera una atención dispersa.
La atención y la concentración van aumentando durante el desarrollo, pero si bien es cierto que actualmente con la gran oferta de entretenimiento (televisión, internet, videojuegos…) los niños están mucho más estimulados y esto fomenta que haya una menor atención continuada hacia lo que les rodea, pero también hacía sí mismo y lo que siente. Por ello actualmente, la atención y concentración se han convertido en un tesoro perdido que buscan padres y educadores desesperadamente.
¿Exigimos o enseñamos?
Exigimos a los niños que presten atención, que no se distraigan, que no se levanten… esto plantea una pregunta muy importante ¿les enseñamos a aprender? ¿les hemos enseñado a prestar atención? Es cierto, que como hemos comentado la atención se va desarrollando, pero como cualquier otro desarrollo, precisa una guía y actualmente se exige más atención en los niños de la que se cultiva.
¡Enseñemos!
Respetando siempre el momento evolutivo del niño podemos ayudarle a potenciar su atención y concentración. Os dejo una guía que quizá os pueda orientar para saber, aproximadamente, la atención que puede ofrecer vuestro hijo en función de su edad:
- 0 a 1 año de 2 a 3 minutos
- 1 a 2 años de 7 a 8 minutos
- 2 a 3 años hasta 10 minutos
- 3 a 4 años hasta 15 minutos
- 4 a 5 años hasta 20 minutos
- 5 a 6 años hasta 25 minutos
Imaginemos la capacidad de atención y concentración como un músculo, un músculo que como cualquier otro, si es entrenado gana fuerza, resistencia y elasticidad. Pues bien, está más que demostrado cómo nuestras experiencias moldean nuestro cerebro y los beneficios que se obtienen trabajando la atención en adultos, así que los beneficios que puede aportar a un niño, cuyo cerebro aún sufre cambios madurativos y que es tan sensible a estímulos externos, al ejercitar la atención y a desarrollarla desde la infancia son innumerables, por ejemplo:
- Si la atención sostenida es buena, suele ir acompañada de una buena comprensión, por ejemplo un niño con una buena atención puede estar leyendo un texto sin perder el hilo y comprender mejor el significado completo, por lo que el aprendizaje se vuelve más fluido.
- Si se les enseña a ejercitar la atención, no solo hace el exterior sino también hacía su interior, hacia lo que sienten, se vuelven más conscientes y se facilita el reconocimiento de sus emociones y por lo tanto su gestión.
Te recomiendo leas el artículo sobre la meditación infantil y otras técnicas para favorecer su atención tanto interna, como externa.