No existe una solución única ante las dificultades de educar
Cuántas veces nos hemos preguntado: ¿qué debo hacer en este momento? ¿Cuál sería la mejor opción? ¿Es bueno para mi hijo/a hacerlo así? ¿Cómo debo hacerlo?
Leemos libros relacionados con los temas que nos preocupan (cómo ser padres responsables, cómo actuar ante las rabietas, cuándo y cómo quitar los pañales, los celos, etc.).
Navegamos por internet entre páginas web o blogs como éste para descubrir otras maneras de hacer. Y entre tanta búsqueda tenemos el deseo de encontrar la perfecta, la que más se acerque a nuestra manera de ser y nos dé resultado.
Pero la verdad es que cada niño/a es único, cada madre y cada padre es único y habrá consejos que sí funcionen pero otros den como resultado todo lo contrario.
En el proceso de criar y educar a nuestros hijos entran en juego muchos factores. Unos antes de su nacimiento: nuestra propia infancia, lo que hemos recibido de nuestros padres, nuestra manera de sentir y ser como adultos, cómo somos como pareja, cómo concebimos a nuestro bebé. Otros después de su nacimiento: el parto, su genética, lo que recibe del entorno en el que vive y cómo lo recibe, su propia manera de hacerse ver para ser atendido, si es el primogénito, si tiene más hermanos, etc.
Por lo tanto no existe la solución única, el mejor consejo, la estrategia que pondrá fin a..., que nos ayudará a..., (por más que nos gustaría!).
Si en algún lado hemos de buscar es en nuestro interior. En nuestro corazón. Hemos de mirar hacia dentro y ver qué energía, cuánta amorosidad hay en todo aquello que le decimos y hacemos. Como una vez me dijo mi maestra: se trata de unir sentido común y corazón.
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Escrito por:
Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame