Poner límites de manera constructiva
Un día, un grupo de educadoras infantiles decidimos buscar alternativas al NO! Tras un trabajo de reflexión y autocrítica sobre nuestro trabajo, nos confesamos cansadas de estar siempre con el "No te subas a la silla", "No golpees los juguetes", "No se pega", "No chilles", "No corras", "Los juguetes no son sólo para ti", "No se juega con la cuchara", "No se pintan las paredes", "No te salgas de la fila", y un largo etcétera.
Es una labor educativa importante poner límites y normas, pero a través del NO constante resulta acabando muy aburrido, además de ineficaz. Tanto para los niños como para nosotras, se generaba un ambiente muy negativo e improductivo.
Así que pensamos en otras alternativas más creativas y productivas, que nos permitieran poner límites y normas en positivo y con seguridad.
"No te subas a la silla" por "en la silla se pone el culo, los pies van al suelo."
"No te subas a la mesa!" por "los pies van al suelo, baja por favor."
"¡No pegues!" por "con las manos se dan caricias; a los amigos se les abraza."
"¡No se muerde!" por "se muerden las manzanas, a los nenes se le dan besos; con la boca se dan besos."
"No juegues con la cuchara" por "la cuchara sirve para comer" (y si insiste se la quitamos durante unos momentos).
"No se habla con la boca llena" por "ahora tienes la boca llena y no te entiendo."
"No se pintan las paredes!" por "se pinta en los folios" (darle un folio en ese momento).
"¡No grites!" por "cuando hables más flojo te atiendo."
"No te levantes de la mesa" por "ahora has de estar sentado, cuando acabes te levantas."
La iniciativa tuvo más éxito del que nos habíamos podido imaginar. Resultó que nosotras nos sentíamos más alegres y positivas, y además, los niños nos hacían más caso. Antes teníamos que repetir las cosas una y otra vez, ahora los niños entendían mucho mejor lo que les decíamos y se esforzaban en hacer lo correcto. Todos convivíamos en un espacio más amable.
El uso del "No" lo dejamos para momentos necesarios de ejercer autoridad y también era más atendido por los niños. Al usarlo de forma puntual cobraba su sentido.
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Escrito por:
Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame