Ayudar al niño a afrontar el sentimiento de ira
Aunque la etapa de la ira se sitúa entre los 2 y los 6 años de edad, algunos niños más mayores necesitan aún que padres, amigos, familia y escuela les ayuden a seguir aprendiendo a identificar las emociones en general y la ira en particular, ya que puede convertirse en un problema en la adolescencia.
Actualmente trato a dos mellizos de 8 años de edad que no controlan la ira. Aunque por la edad no debería suponer una alarma, sí lo es que no la controlen hasta el punto en que distorsionan completamente su clase y agreden a los de su alrededor. La alerta saltó cuando uno de los hermanos pegó a la psicopedagoga de la escuela.
Tras este suceso, con este hermano se ha trabajado mucho el tema del comportamiento pero sigue sin controlarse. Y además, el otro hermano empieza también a no saber controlar su ira: se enfada mucho, tira y rompe lápices, muestra signos de ira evidentes, como son la cara roja, el cuerpo tenso, te agarra fuerte…
Un niño de 8 o 9 años de edad ya debería pensar antes de actuar. Puede estar enojado pero ya debe saber calmarse, no es justificable que su ira derive en lesiones corporales o sentimentales.
¿Cómo actuar?
Es importante ayudar al niño a afrontar los sentimientos, pero a su vez no los deben evitar. Las emociones tienen que salir y no es bueno reprimirlas.
“Cuando los niños expresan su ira, ellos necesitan confiar en que nosotros, los adultos, les ayudaremos a encontrar alguna vía aceptable socialmente para expresar dicho sentimiento--- alguna vía que no dañará a nadie, alguna vía que puede ayudar a todos a crecer.” Fred Roger.
Empecé concienciando a los padres de lo importante y necesario que es ayudar a sus mellizos a que reconozcan los síntomas de la ira (ruborización, puños apretados, sudoración, pensamientos “eres estúpido”, y acciones como llorar, amenazar o estar inquieto). Esta parte es fundamental ya que les ayuda a prepararse y a prevenir la explosión.
La Escala de la Emoción
Una actividad que va muy bien para que los hermanos vayan trabajando esto, y que esboza la pedagoga Elena Roger en este artículo, es la Escala de la Emoción, un panel con unos “escalones” que contienen las siguientes categorías: molesto, triste, enfadado, furioso o agresivo.
Dicho panel podría estar en su cuarto, colgado en la pared, con una pequeña foto suya que el niño enganchará en el escalón adecuado según el momento. El papel que los padres tienen que desarrollar es animar a los niños a que coloquen su foto en el escalón con el que más se identifiquen. Si el pequeño duda, se le puede ir haciendo preguntas o explicando situaciones donde una persona pueda sentir estas emociones. Por ejemplo: la gente está triste cuando se muere alguien por eso llora. Asimismo, una vez escogido el escalón es interesante que el niño o niña hable sobre ese sentimiento.
De este modo, el niño aprenderá, poco a poco, a reconocer sus propios síntomas de ira y a reconocer en esos momentos su propia situación.