El chico adolescente
Este es el caso de un adolescente cuyos padres acudieron a mí porque su hijo iba mal en los estudios.
La madre contaba que “nunca se le han dado bien los estudios pero es buen chico y se esfuerza”. Además, como cosa a tener en cuenta, me explicó que va con un grupo de amistades nuevo del instituto.
Los primeros días se mostraba buen chico, trabajador y motivado para recuperar las asignaturas perdidas.
Yo iba informando a su madre de que todo iba bien y que conmigo trabajaba y se esforzaba. Mi papel hacia los padres, en general, siempre tiende a ser positivo porque la adolescencia para ambas partes es un punto de inflexión y se necesita de la confianza y del optimismo.
De pronto ese chico, que está entrando en la adolescencia, empezó a mostrar un cambio, marcado por un día en el que faltó a la sesión conmigo y no avisó ni a su madre ni a mí. Es más, tampoco contestó a mis llamadas.
Cuando te encuentras en esta situación como padre o madre, se tiende a pensar que es algo muy grave; pero la experiencia te permite relativizar el asunto y tranquilizar a los padres. Y eso le intenté transmitir a la madre del niño.
Ella me llamó y me contó: “Lo siento mucho, mi hijo nunca me había hecho nada semejante, estoy segura que han sido los chicos del grupo con los que va ahora que le han animado a no ir. Ya le he dicho que no va a quedar más con ellos cuando tenga que venir contigo y más tarde volveré a hablarle para que sepa que esto no puede ser (la madre estaba alterada y su voz era de tono elevado).
A eso yo respondí: “Es cierto que su hijo ha faltado y que no ha avisado. Está entrando en plena adolescencia y quiere sentirse alguien independiente y al mismo tiempo quiere encajar en el grupo. Es algo que se tiene que tener en cuenta y haces bien en hacerle ver que no es un comportamiento que permitáis. Me parece adecuado lo que le has dicho. Ahora tenemos que estar atentos a lo que hace y si mejora, vamos a devolverle la oportunidad de quedar de nuevo con sus amigos después de mi sesión. Lo importante es que no le gritéis ya que él ya sabe que lo que ha hecho está mal, así que gritando no se va a conseguir nada. Es más, eso lo revolucionaría y le daría motivos para cuestionaros.”
Este tema me ha ayudado a poner en orden ciertas ideas sobre la adolescencia, que aprovecho para compartir con vosotros.
Qué tener en cuenta con un hijo adolescente
La etapa de la adolescencia es una etapa crítica en si misma tanto para el propio adolescente como para los padres. Ambos tienen que trabajar juntos para superarla de la mejor manera posible. Del mismo modo que, seguramente, os informasteis sobre la primera infancia cuando tuvisteis vuestro primer hijo, es conveniente hacerlo de nuevo cuando éste entra en una nueva etapa, en este caso la adolescencia. Es aconsejable educarse a través de libros o internet, pensar en tu propia experiencia y aprender así qué tipos de altibajos emocionales pueden aparecer.
Una vez informados, es muy importante charlar con él sobre qué es la adolescencia: ofrécele libros en que los protagonistas sean adolescentes que cuentan cosas sobre su etapa de la pubertad; comparte tus recuerdos y aprendizajes de tu propia adolescencia; ponte en el lugar de tu hijo mostrándole empatía. Para marcar el inicio de la adolescencia, puedes fijarte en si tu hijo o hija empieza a contar chistes sobre sexo o le preocupe su aspecto físico.
Están en una etapa en la que les gusta experimentar y eso incluye hacer cosas arriesgadas. Los temas sobre las drogas, el sexo, el alcohol, el tabaco y la vida nocturna son temas de los que informar a tu hijo. No tengas miedo de sacar esos temas tabú, cuanto antes se hable mejor.
Asimismo es una etapa en la que los amigos son más importantes que los padres. Conoce a sus amigos y a los padres de éstos para mantener el contacto y así controlar a los hijos sin entrar en su intimidad.
Ellos quieren que los padres se preocupen lo suficiente por ellos. Por este motivo es recomendable que os hagáis expectativas apropiadas que sepáis que va a poder cumplir. Por ejemplo, en el tema de los estudios: forzarlo en perseguir “las mejores notas” o en acceder a la universidad puede acabar en fracaso escolar o laboral. Es más recomendable aconsejar y ayudar al joven a triunfar en algo en lo que demuestre cualidades o esté motivado.
En este periodo, debido a los cambios que sufrirá vuestro hijo y las ganas de experimentar os va a poner a prueba a vosotros, los padres. Si el hijo se educa en pareja, tenéis que pactar previamente cuales son los valores que se deben defender, qué comportamientos permitís y cuáles no. Esto es muy importante ya que el adolescente os va a desafiar y vosotros tenéis que tener claro a que os oponéis. Por ejemplo, ¿creéis que el tema del pelo, de las uñas o del vestir son temas igual de importantes que las drogas, el sexo o el alcohol? En esta etapa es normal que intente cambiar de apariencia durante un tiempo. Como padres vosotros tendréis que estar a su lado y ayudarle a entender cómo lo verán los demás.
Por otro lado, hay que estar alerta a los cambios drásticos que duren más de seis semanas. Por ejemplo: si su hijo sacaba siempre las mejores notas y pasa a suspender, o que fuera extrovertido y pase a no querer salir de casa. Estos son ejemplos de comportamientos que tienen que hacer “saltar la alarma”. Otros comportamientos son:
- Aumento o pérdida excesiva de peso.
- Cambios rápidos en su personalidad.
- Cambio repentino de amigos.
- Problemas de sueño.
- Faltar a clase continuamente.
- Hablar o bromear del suicidio.
- Sacar peores notas.
- Problemas con la ley.
- Fumar, beber y consumir.
En estos casos es recomendable que asista a un psicólogo, psiquiatra o el propio pediatra.
Esta etapa es una etapa llena de desafíos y el componente emocional juega un papel protagonista. Como padres y madres debéis de tener claro que también es una etapa donde tenéis que trabajar aspectos nuevos y donde tenéis que sacar provecho (y mejorar) el autocontrol.