La envidia en los niños | Edúkame

La envidia en los niños

La envidia, una emocion natural en el desarrollo emocional del niño

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Pueden romper enfadados el dibujo de su amigo porque es más bonito que el suyo, llorar porque quieren el juguete que tiene otro niño o entristecerse porque hay un compañero de clase del que todos quieren ser amigos… La envidia aparece en los niños de muchas maneras, pero es importante verla como una parte más de su desarrollo, de la que podemos extraer aprendizajes muy positivos que ayudaran mucho a tu hijo y a su autoestima.

Parte del desarrollo emocional

La envidia siempre ha tenido connotaciones muy negativas, pero si la desgranamos podemos ver que su base es completamente lógica y forma parte del desarrollo normal del niño, por ello debemos tener presente que no es una emoción que haya que censurarles ni por la que haya que castigarles, sino como todas las demás emociones, debemos permitirle su expresión para así poder ver que nos está intentando decir nuestro hijo con ella.

Envidia y frustración

La envidia está muy relacionada con cómo el niño aprende a manejarse con sus deseos y la satisfacción de los mismos. Nuestros peques dependen de nosotros al principio para poder conseguir las cosas que desean y su forma de pedirlo es mediante la rabieta, con ella está expresando que quiere una cosa y que está frustrado por no saber conseguirla. Si no lo acompañamos en esa frustración permitiendo que pase por ella y por el contrario pasamos directamente a satisfacer su necesidad, la tolerancia a esa frustración nunca se alcanza, por lo que no aprenderá a posponer su necesidad o renunciar a cosas que desea de forma inmediata, generándose rabia hacia el que sí tiene lo que él desea.

Debemos intentar educar en la paciencia, haciéndoles conscientes de que la obtención de cosas supone en muchas ocasiones un esfuerzo o aprendizaje, de tal forma que las necesidades no siempre se satisfacen cuando surgen, habrá que recorrer un camino en el que podremos superar retos muy importantes de los que antes quizás no nos creíamos capaces.

Envidia y autoestima

Un comportamiento envidioso nos puede estar dando la señal de que el autoconcepto que tiene nuestro hijo de sí mismo puede estar bajo.

Nosotros somos los responsables en gran medida del autoconcepto que se van formando nuestros hijos. Su autoestima está en continua construcción y los mensajes que les mandamos son la base sobre la que seguirá edificando.

“¡Nunca me haces caso!”, ¡eres un desastre!, ¡me agotas!, ¡siempre estás pegando!”

Este tipo de expresiones que pueden aparecer en momentos de conflicto o enfado cuando la paciencia creemos que ha llegado a su límite, no tienen ningún contenido instructivo y solo sirven para minar esa construcción del autoconcepto y fomentar una visión negativa del niño sobre sí mismo.

“Me disgusta mucho que no me hagas caso”, “cuando te calmes te atiendo”, “no se pega, se dan caricias”

Sin embargo con este otro lenguaje ofrecemos un aprendizaje y no estamos juzgando ni criticando la emoción, sino nos referimos a sus acciones y las consecuencias que provocan.

Transformando en admiración

Intentemos transformar los clásicos mensajes como  “¡La envidia es muy fea! Tú no tienes nada que envidiarle a ese niño, así que no digas tonterías.”, por una conversación  constructiva que le aporte al niño aprendizaje, “¿Qué es lo que envidias de tu amigo? ¿Son cosas buenas verdad? ¿Puede que te gustase tener a ti también esas cualidades? Entonces eso es porque lo que sientes por tu amigo es admiración por sus cosas buenas ¡si quieres juntos podemos descubrir todas las cualidades buenas que tú también tienes!

Es importante ayudar a nuestro hijo a ver que tras esa envidia hay admiración. Mediante este cambio puede poner nombre a las cosas que le gustan de la otra persona y una vez identificadas podéis jugar, ayudándole a verlas en él, poniéndolas en práctica, escribiendo juntos todas las cosas que se le dan bien, sus cualidades…

Ya sabemos que la base para el desarrollo emocional del niño es sentirse querido y comprendido incondicionalmente así que como última recomendación ante la envidia: ¡Dosis extra de cariño, comprensión y paciencia!

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Escrito por:

Paula Ramírez
Paula Ramírez

Psicóloga, en formación Gestalt y Psicología clínica.

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