Cómo es una visita al pediatra por revisión o enfermedad | Edúkame

Cómo es una visita al pediatra por revisión o enfermedad

Qué tipo de preguntas y exploraciones hace el pediatra

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Normalmente la consulta comienza con una entrevista, donde se pregunta por el motivo de la consulta, síntomas y signos que nos ayuden al diagnóstico en caso de ser una consulta a demanda. En caso de ser una revisión se pregunta por el desarrollo del niño, alimentación, hábito intestinal.

Una vez que se ha terminado o a la vez que se hace la entrevista, se realiza la exploración física. Es importante que el niño esté lo más tranquilo posible, para así poder sacar la mayor información posible. Dependiendo de la edad del niño, se le irá explicando de una forma más o menos sencilla lo que se le va a ir haciendo. Debemos intentar que la exploración se convierta o se parezca a un juego como os explicamos detalladamente en la guia educativa Me gusta ir al pediatra, con las medallas de superación o el botiquin de médicos.

Desvestirlo con cuidado

Lo primero es desvestir al niño. Cuando quitamos la ropa al niño es importantes hacerlo de una manera suave y tranquila. En general en este momento los niños se empiezan a mosquear, y algunos comienzan a llorar.

Una vez que está desnudo, hacemos una valoración global del niño: su estado general del niño, color, estado nutricional, si tiene dificultad respiratoria, etc.

En brazos para estar tranquilos

Después pasamos a la auscultación cardiopulmonar,  es importante que el niño esté tranquilo, porque con el llanto no es igual de valorable, por eso normalmente se invita a que el niño esté en brazos en este momento. Para que no se asusten con el fonendo y comprueben que no duele, se les puede poner primero en otra parte de cuerpo como en los brazos, o se hace un pequeño juego auscultando primero a mamá o a algún muñeco. O se calienta con la mano para que no lo noten muy frío.

En la camilla se asustan

Después se coloca al niño en la camilla, se le tumba y éste es otro momento crítico. Muchos niños se asustan al tumbarles. Por eso es importante que cuando les tumbemos, les avisemos que les vamos a tumbar, y que no lo hagamos de una manera brusca. A continuación se  le explora el abdomen. Una estrategia para que el niño se relaje es jugar a hacerle cosquillitas.

Tras mirar su abdomen, se hace la exploración neurológica: se miran los ojos, como camina o como se mueve.

Busco un enanito dentro de tus orejas

Dejamos para lo último la exploración de los oídos y de la garganta, que es lo más desagradable . Es útil, enseñarle el otoscopio, para que vean que es una luz,  que lo toquen y comprueben que no pincha. 

Cuando son pequeños (2-4 años), para que se relajen se les puede invitar a llamar a un dibujo animado de la tele, o a un enanito que se nos ha perdido y creemos que se ha metido en sus orejas y mientras se realiza la otoscopia. Y  por último se les mira la boca, que es el momento del odiado palito. Aquí la ayuda de los padres es fundamental, porque necesitamos que nos lo sujeten bien, para que no roten la cabeza. La mejor manera de sujetarles es subiendo los brazos hacia arriba, pegados a la cabeza, de tal forma que al sujetar los brazos, también sujetamos la cabeza.

Es verdad que los niños lo pasan mal, pero para poder ver bien las amígdalas, tenemos que bajarles la lengua provocarles una pequeña arcada. Es vital que el niño esté bien sujeto, aunque nos dé pena, porque si no está bien sujeto, el niño girará la cabeza, y al final le provocaremos la arcada sin conseguir verle la garganta.

La exploración y el orden de la exploración tiene un criterio médico y varía dependiendo de cómo esté el niño, y de la enfermedad que se esté sospechando, no  es lo mismo explorar un niño sano que un niño con sospecha de meningitis.

No le engañes nunca

Y por último se procede a realizar las pruebas complementarias en caso que sean necesarias. Si va a ser una analítica, una vacuna y es un procedimiento molesto, no debemos engañar al niño y decirle que no duele, porque perdería nuestra confianza, y la siguiente vez no se fiaría de lo que le dijésemos.

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Escrito por:

Natalia Ramos
Natalia Ramos

Doctora en Medicina especialista en Pediatría

Web: UCI de Pediatría de Toledo