Cómo recibimos a los niños
¡Bienvenida, bienvenido o a esta lectura! Me alegra compartir contigo esta reflexión.
Hace tiempo os hablé en un post sobre el cambio que se estaba produciendo en el modo de recibir a los bebés.
Hoy quiero hablaros del modo en el que recibimos a los niños, entendiendo recibir por darles la bienvenida cuando llegan a un lugar, cuando se despiertan por la mañana…
Hay dos espacios en los que la bienvenida dirigida a los niños tiene una especial importancia: la casa y la escuela.
Supervivencia emocional
Y no hablo de ser educado, sino de cubrir necesidades emocionales que todos tenemos. Los estudios neurocientíficos nos enseñan que nuestro cerebro aprende y se relaciona mucho mejor con su entorno si se siente seguro y aceptado, y para que esto suceda dependemos de los demás.
En el caso de los niños esto es especial porque dependen de madres/padres y maestros, somos su círculo de referentes más cercano y con el que más tiempo pasan. Hablo de que en nuestras manos está la posibilidad de cubrir con nuestro modo de recibirles parte de sus necesidades emocionales de seguridad y pertenencia. Estoy hablando de supervivencia emocional.
En la casa y en la escuela
¿Qué diferencia habrá entre un niño que es levantado con prisas, mal humor, estrés y uno que es despertado respetando su ritmo, con afecto, alegría y una sincera bienvenida para disfrutar un día más juntos?, ¿qué preferirías tú si fueses el niño?
¿Qué diferencia habrá entre un niño que es acogido cada mañana con una cordial, sincera e individual bienvenida por parte de su maestra/o o profesor/a y uno que es apenas mirado?, ¿qué preferirías tú si fueses el niño?
Cuántas bienvenidas quiero regalarles hoy
Sé que aquí caben un sinfín de “Sí, muy bonito, pero…”, yo también los conozco… quizás la pregunta sea ¿qué es lo que realmente quiero yo hacer hoy para ellos?, ¿cuántas bienvenidas quiero regalarles hoy?
No se trata de empalagar los recibimientos, ni de poner guirnaldas cada vez que nuestro hijo o alumno viene, se trata de transmitirle que nos importa, que le aceptamos como es y que nos alegra su presencia.
¿Qué recibimiento les doy a mis hijos, a mis alumnos, cada día?, ¿cómo les hago saber que me alegro sinceramente de ESTAR un día más con ellos y de que ellos estén conmigo?
Somos afortunados porque no nos hace falta un gran despliegue de medios para conseguirlo: ojos que miren y sonrían, gestos que acojan o voces que resuenen con pocas palabras… Me alegro mucho de que estés aquí.
Agradezco mucho tu lectura.
¡Deseo que tengas un buen día!