La muerte y el duelo por la pérdida de un ser querido siguen siendo temas escasamente compartidos que, cuando nos tocan de cerca, cada uno manejamos como buenamente podemos. En general, nadie nos ha enseñado a saber estar cerca de la muerte, ni a manejar nuestro duelo, ni a saber acompañar la muerte o el duelo de los demás.
Y, aún así, casi todos tenemos a niños cerca que buscan o buscarán respuestas en nosotros sobre estos temas.
Mejor mostrar una actitud que tener una respuesta
La festividad de Todos los Santos o Día de Difuntos nos da la oportunidad cada año de poder hablar sobre el tema de la muerte con los niños. Independientemente de las creencias que cada uno de nosotros tengamos, hay varios aspectos delicados y merecedores de protección para nosotros mismos y para ellos.
En primer lugar saber que los niños se interesan de manera natural por la muerte desde los 4 a los 6 años aproximadamente es importante para entender que se trata de algo evolutivo que forma parte de las grandes preguntas que siempre se ha hecho el ser humano, por lo tanto, los adultos somos responsables de dar cabida a su curiosidad, conversando y dando respuesta a sus preguntas...
Ofrecerles un no sé es mejor que ignorar o rechazar su curiosidad.
Por otro lado, en caso de haber sufrido una pérdida, dar cabida a la expresión de la tristeza y el dolor y respetar el ritmo que cada proceso de duelo tiene, incluido el propio, será lo más importante y útil para los niños: estar dispuestos a escucharles y responder a sus preguntas con coherencia, saber comprender y acoger sus diferentes estados de ánimo, estar atentos a sus gestos, tonos, palabras, miradas, silencios…, buscar ayuda cuando uno se da cuenta de que no puede acompañar suficientemente…
Esta actitud adulta acompañará al niño a lo largo de su vida mientras busca sus propias respuestas.
Lo que nos pueden aportar los otros
Hoy existen excelentes profesionales especializados en acompañar la muerte y el duelo que saben ofrecer a adultos y a niños cercanía, comprensión, respeto y conocimiento.
La literatura y el cine también nos muestran diversas formas para abordar y comprender mejor estas situaciones:
En niños muy pequeños, cuentos como Para Siempre nos dan pie para hablar sobre el tema.
Para niños más mayores, el libro o la película Un puente hacia Terabithia muestran y explican caminos que han seguido otros para comprender y superar una pérdida.
Y para nosotros, los mayores, la película Tan fuerte, tan cerca nos muestra el proceso de duelo que vive un niño que pierde de manera trágica a su padre y cómo su abuelo se convierte en su acompañante.
Por último, quiero cerrar con la película El último samurai porque me gusta especialmente la actitud que elije el personaje para recordar a las personas que nos dejan, es decir, lo que trascendió de sus vidas y que adultos y niños siempre podremos recordar…
En el final de la película, tras la muerte de Katsumoto, el último jefe samurai, el Emperador Meiji de Japón le pregunta al capitán Natham Algren: “Dígame cómo murió” y éste le responde: “Os contaré cómo vivió”.