Trabajar y entender el enfado de nuestro hijo de 8 o 9 años | Edúkame

Trabajar y entender el enfado de nuestro hijo de 8 o 9 años

Seis aspectos para trabajar el enfado y tres para entender el enfado del hijo

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En el articulo, "Mi hijo de 8 años no se controla cuando se enfada", hablamos de la ira de los niños entre 8 o 9 años de edad, y proponíamos una actividad para ayudar a trabajarla: la Escala de la Emoción.

Otra posible actividad es crear las conjuntamente listas de “qué puedo hacer cuando estoy enfadado y qué no puedo hacer cuando estoy enfadado” o bien listas de “qué puedo decir y qué no puedo decir”. Lo primero va muy bien para los pequeños que cuando se enfadan reaccionan con acciones físicas. Lo segundo es para los pequeños que reaccionan con acciones verbales. En el caso de los mellizos hemos empezado, pues, con la primera opción. Después quizá propongamos la otra lista si empiezan a ser mayores y a decir cosas hirientes.

Siguiendo el caso práctico de los mellizos de la parte anterior, así fueron nuestras listas:

- Cosas que se pueden hacer: dibujar un dibujo loco, utilizar un juguete, cantar una canción loca o escribir una nota enfadada.

 -Cosas que no se pueden hacer: pegar, tirar o romper cosas, escupir, hacerse daño a uno mismo o a otra persona…

En nuestro caso elaboramos la lista conjuntamente con los padres y los hijos, para poder adaptarla a nuestras circunstancias. Procuramos escribirlas en un momento sin tensión en ambas partes.

Asimismo, a los hermanos se les enseñó la Técnica del robot – muñeco de trapo. Los niños tienen que tensar los músculos, visualizando que son un robot y después de 15 segundos liberar la tensión convirtiéndose en un muñeco de trapo. Este ejercicio lo tienen que ir practicando en momentos de no tensión. Con este ejercicio aprenden a tomar mecanismos para tranquilizarse que podrán usar en momentos de ira.

Aun así, estos hermanos ya tienen 8 años y cumplirán 9, así que ya tienen la capacidad de transmitir mediante palabras sus sentimientos. Por este motivo, hablé con los padres de lo importante que era que trabajaran este punto. Los padres tenían que fomentar momentos en casa donde se dialogase de las cosas que nos hacen enfadar y de explicar que hacen para calmarse. Aquí también se puede trabajar a través de situaciones de roles donde representan alguna situación semejante y conjuntamente deben resolverla.

Otro aspecto a trabajar paralelamente es el autocontrol. Esta habilidad la tenemos que trabajar todos durante la vida. Por este motivo no podemos pensar que los niños aprenderán solos. Estos quieren que se les ayude ya que cuando están rabiosos no se encuentran a si mismos. No conseguiremos nada enfadándonos con los niños por su actitud. Tenemos  que conseguir estar calmados pero firmes, eso les va a ayudar a controlarse. Así pues, lo que aconsejé a los padres de los mellizos fue ser un modelo para ellos. Los adultos perdemos muchas veces el control, y eso los niños lo notan. Así es que como modelos tenemos que mostrarles que lo reconocemos y que nos sabe mal el hecho de no haber controlado la situación. Es importante que vean que los padres también trabajan para controlar su ira.

También es importante saber encontrar algo positivo en sus acciones. Este ejercicio se le conoce como crecimiento interior. Un ejemplo sería: “Sé que estabas muy enfadado pero no has hecho daño a nadie. Estoy orgulloso de ti, y espero que tu te sientas orgulloso también”. A ese ejercicio yo le añado a relevancia de utilizar palabras de aceptación y evitar expresiones que dañen o bloqueen. Por ejemplo: en lugar de “cállate, déjame tranquilo” decir “veo que estás enfadado, vamos a calmarnos y a buscar una solución”.

En este caso, además, nos encontramos con dos hermanos así que muchas de las situaciones de discusión que viven es entre ellos. Por este motivo los padres están aprendiendo a ser mediadores y no árbitros. Su labor es conseguir que, por turnos, uno explica mientras el otro escucha. Los padres pueden hacer preguntas para buscar soluciones. 

Pero ¿cómo entendemos a nuestros niños?

Ante todo aceptar la ira como algo natural y normal, parte del ser humano. Esto no suele costarle a los padres pero debemos ir más allá para entender esa ira que expresan.

Un ejercicio que va muy bien para los padres es recordar cómo reaccionan en momentos de rabia. La respuesta que muchos padres dan es que notan su corazón bombeando rápido, que su sangre parece más caliente y sus músculos se vuelven tensos. También admiten que en esos momentos no pueden dar una respuesta racional. Necesitan calmarse.

Otra pregunta es en qué momentos se sienten así. Y responden: en momentos de frustración e impotencia, cuando se ven indefensos y excluidos.

Este ejercicio les fue útil para que los padres entendieran que deben ayudar a sus hijos a calmarse primero y enseñarles diferentes maneras de manejar la rabia después.

Asimismo, otro ejercicio que les propongo es el de hacerse preguntas sobre la ira de sus hijos. En este ejercicio les muestro a los niños ejemplos de preguntas y luego ellos piensan las suyas.

Por ejemplo:

¿cuáles son los verdaderos motivos que han desencadenado el enfado? ¿está realmente enfadado porque le has obligado a compartir sus juguetes o subyace un sentimiento de celos, de pérdida, de dolor o de decepción? ¿la razón es el cansancio o realmente tu hijo se siente estresado, poco competente o decepcionante par los demás? ¿tu intervención y tus palabras, están orientadas a satisfacer las necesidades básicas o se han quedado en la superficie del problema?

En este artículo resalto la idea de que para trabajar la ira del niño tenemos, los padres, que trabajar la nuestra también. Se trata de construir conjuntamente la definición de la ira en diferentes actividades diarias y, así, ayudar al niño a identificarla y saber actuar cuando ocurre.

Para trabajar estos aspectos me ha sido de gran ayuda el libro de Michael L. Bloomquist PhD “Skills Training for Children with Behavior Problems” y los artículos de The FredRogers company “Angry Feelings”; y Elena Roger Gamir, pedagoga del Gabinete Solohijos, “Cómo manejar la ira de nuestros hijos".

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Escrito por:

Marta Cartró
Marta Cartró

Pedagoga y Psicopedagoga