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¿Qué puedo hacer para que mi hija duerma la siesta?

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Desde que mi hija nació nunca ha podido relajarse para dormirse tranquila. El problema es a la hora de la siesta cuando tengo que mecerla para que pueda dormirse, ya que si la pongo en su cuna (como hago en la noche) llora, grita y patalea y no se puede dormir. Si no duerme su siesta, se sobreexcita y se pone de muy mal humor. No se como enseñarle a relajarse para que se duerma más fácil. He probado con una rutina (parecida a la de la noche que si funciona) y NADA!! si estamos fuera de casa es IMPOSIBLE que se duerma en su cochecito sola. Que puedo hacer. Ella tiene 1 año y 4 meses.

1 Respuesta
Cristina Garcia
Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame

¡Hola Vanesa! Haces muy bien en intentar que tu hija duerma la siesta, aunque no sea una tarea nada sencilla para ti. Tu peque no está dispuesta a desconectar, ni un solo momento, de su intensa actividad. El mundo que le rodea le es tan interesante y tiene tanta hambre de conocer y experimentar que no puede parar para relajarse y reponer fuerzas.

Es cierto que la siesta la necesitan tanto como el comer. Dormir un rato a mediodía les es vital, aunque ellos no lo saben. Si no descansan una o dos horas después su agotamiento se traduce en mal humor e irritabilidad.

domir siesta

A mi me pasaba lo mismo con mi hijo Iván (con Ruth en cambio está deseando irse a dormir después de comer). Y muchos son los peques que les cuesta renunciar a su actividad investigadora y motora para dormir y descansar. Yo jamás conseguí que mi hijo se durmiera en el cochecito cuando salíamos fuera de casa (a no ser que cayera agotado por él mismo).

En casa, con la siesta tampoco se mostraba muy colaborador. Yo desde bien pequeñito le expresa siempre la mismo “Entiendo no quieras dormir pero lo necesitas. Te mereces descansar, te mereces este ratito de paz en tu cama. Calma mi amor, que verás como te sentará muy bien. Tus piernas necesitan descansar, tus brazos, tus manos, tus ojos… para después seguir jugando. Calma cariño, que verás como te sentará bien.”

Se lo repetía una y otra vez en voz muy suave mientras le iba acariciando el pelo, las piernas, los brazos. Él mientras lloraba, pataleaba e insistía en no quedarse en su cama, pero al final mi constancia, tranquilidad y dulzura le contagiaban. Estábamos así más de diez minutos, que al principio se me hacían eternos pues oír tanto llanto y queja se hace difícil. Pero te animo que conectes con tu amor y con que le estás ofreciendo a tu hija lo mejor para ella. Eso te ayudará a no contagiarte de su enfado y a ofrecerle todo lo contrario, o sea calma, dulzura, seguridad para que poco a poco sea ella la que se vaya contagiando de ti.

Si tú estás segura de que es lo que tu hija necesita y le transmites esa seguridad sin enfado, con paciencia y tiempo; si te mantienes firme, serena, dulce y tranquila, verás como tu hija se contagiará de tu estado de ánimo como si de un olor se tratase. Y poco a poco tu peque irá integrando que la siesta es un bien para ella e incluso se convertirá en un hábito dentro de su rutina.

Nadie dijo que ser padres fuera fácil… ¡Ánimo!.

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Cristina Garcia

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