Mi hijo no quiere irse a dormir | Edúkame

Mi hijo no quiere irse a dormir

Es la hora de ir a dormir

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Qué hace cuando el pequeño no quiere irse a la cama

Hoy os quiero explicar un episodio propio, con mi hijo de tres años y medio:

"-Es la hora de ir a dormir.

-No quiero!

-Lo sé, pero ya es tarde y ahora tienes que descansar.

-¡Noooooo!" 

No hablo más, lo cojo sin enfadarme, sin gritar, sin hacerle daño pero con seguridad y lo llevo en brazos al lavabo. Mi peque se pone agresivo, grita como si lo estuviera matando e incluso patalea en el aire y alguna coz me cae...

"-Haz pipi antes de dormir".

-¡Nooooo!"

Le bajo los pantalones y le siento en el orinal hasta que hace pipi. Él, mientras, va llorando y gritando. Yo estoy a su lado pero no atiendo a sus lloros y cuando por fin hace pipi le digo cariñosamente: "Bien, ahora verás que a gusto vas a dormir con la vejiga vacía."

En su habitación le invito a ponerse el pijama y como no colabora, sin enfadarme ni gritar, lo pongo a su cama tal cual va vestido. Le doy un beso amoroso de buenas noches, apago la luz y me voy. "Mamá, no te vayas, no me has dado el vaso de leche, no me has puesto el pijama, ¿dónde está mi osito, mamaaaaa?"

Yo no vuelvo, pero el sale enfurecido de su habitación. Cuando me encuentra, lo cojo y sin enfadarme lo vuelvo a llevar a su habitación:

"-Es hora de ir dormir, como no estás colaborando no tienes leche, y si quieres el pijama te lo pones tú. Yo ya he intentado ayudarte y tú no has querido. Buenas noches mi amor.

-¡Nooooo! Ven, no quiero dormir".

Mantener la actitud constante y firme

Vuelve a salir enfurecido pero con menos fuerza, pues mi actitud es de constante firmeza y va intuyendo no tiene por donde salirse con la suya: "Mamá, quiero leche y mi osito y el pijama... (suave y entre sollozos)". Lo llevo a su habitación con cariño pero sin decirle nada, le ayudo en silencio a ponerse el pijama, le muestro dónde está su osito para que él mismo lo coja, lo meto en su cama y suavemente le acaricio el pelo mientras le digo amorosamente "Osito haz compañía a Iván mientras duerme, vela por él, mímalo que está muy cansado y necesita paz".

Cuando salgo de la habitación, él aún vuelve a decir "No quiero dormir, no te vayas", pero en esta ocasión sin gritar, ni llorar y con tono suave. "Buenas noches, que descanses a gusto" y me voy.

Después de casi una hora, finalmente se duerme. ¡Aleluya!

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Es una escena agotadora (aunque no son así todas las noches), pero al sentirme firme en mi posición, al no gritar, ni enfadarme, al estar serena e incluso amorosa - pues sé que, por su bien, él necesita límites y que mi labor es ponérselos con presencia y amor -, hace que no me sienta mal conmigo misma y esté dispuesta para la siguiente cuando venga. También es verdad, que tras la larga jornada del día hay noches que yo me siento muy cansada y mi paciencia con él es menor y mi amorosidad también.

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Escrito por:

Cristina Garcia
Cristina Garcia

Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame

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