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Riño a mi hijo con gritos

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Mi niña tiene 6 años y me dice que le doy miedo cuando la regaño por la forma en que le grito. Se tapa los oídos y me dice que no me quiere escuchar, llora mucho y cuando todo pasa se vuelve grosera. Mi hija es única y también la consentimos mucho. En el colegio va excelente con su primer año de primaria. Lo que más me preocupa es el daño psicológico que le ocasione en un futuro por mis gritos. Siento que mi esposo y yo estamos fallando en su educación. 

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Cristina Garcia
Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame

Mi respuesta, estoy segura que tú ya la intuyes. Sabes que tratando así a tu hija no la estás ayudando a que sepa cómo atender las normas y límites que tú le vas mostrando, ni a que ella aprenda conductas útiles para convivir en familia y en sociedad.

Gritándole, la dañas emocionalmente pues la haces sentir humillada e infravalorada -por eso se tapa los odios, para no oírte pues le duele en el alma-. Ella reacciona ante este daño con groserias, conductas rebeldes, incluso pueden ser hostiles. Además, seguramente en breve, volverá a hacer aquello por lo que le acabas de reñir. Lo hará como una venganza por lo menospreciada que le has hecho sentir, y también porque no ha aprendido a hacerlo de otra forma. Mejor dicho, porque no se lo estás enseñando.

Por ejemplo, si le gritas porque no ha recogido sus juguetes (después de que se lo hayas repetido mil veces), lo único que le estás mostrando es tu enfado y tu “desprecio” hacia ella -porque la consideras una desordenada, una desobediente, etc.-. ¿Crees que así está aprendiendo las consecuencias de su conducta, las consecuencias de no recoger su habitación?

En cambio, lo que sí que está aprendiendo es que como hace las cosas mal, mamá la trata mal, no la respeta, la menosprecia, se enfada. Luego ella actuará igual contigo: con gritos, malas contestaciones, desprecio pues es lo que está aprendiendo de vosotros.

Si la tratáis principalmente con respeto y amabilidad y dejáis que las cosas ocurran, como por ejemplo: que no encuentre qué ropa ponerse, que no encuentre algún juguete, que vaya al colegio sin cartera pues en tanto desorden no había tiempo para buscarla, que sus amiguitas no puedan ir a jugar a su casa pues su habitación no está apta para visitas, etc. Todo ello son consecuencias lógicas de no recoger y ella misma se dará cuenta de los beneficios de recoger (para eso debes hacer la vista gorda sobre su desorden durante una larga temporada). Así irá aprendiendo conductas más válidas, útiles para vivir en familia, en sociedad y  atender normas y límites pero con una base de amor y respeto por sus padres.

Sus padres le muestran con amor, respeto y límites y ella lo aprende con amor, respeto y con límites.

Cuando los padres y/o educadores no poseen estas herramientas, lo primero que necesitan es ser conscientes de esta falta de recursos educativos. Es el primer paso para ponerse en acción y buscar orientación, ayuda (cursos, charlas, talleres, orientación individual, libros educativos) para poder aprender otra manera de actuar con sus hijos, sobre todo, otra actitud educativa.

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Cristina Garcia

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