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Un niño que juega es un niño sano

La importancia del juego para establecer un vínculo afectivo

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Este texto ha sido escrito por Imma Marín - madre de familia y emprendedora especializada en Educación y Comunicación a través del juego. Es directora y fundadora, además, de MARINVA Juego y Educación. Este escrito corresponde a un fragmento del prólogo incluido en la Guía ¿Juegas conmigo? Fortaleciendo el vínculo afectivo de 0 a 6 años.

¿Dónde quedó olvidado nuestro juguete preferido?

Aquel que nos permitió soñar y convertirnos en nuestros personajes favoritos… Aquel que nos hizo sentir seguros y queridos, que nos hizo reír, imaginar, compartir…

Los juegos de nuestra infancia dejan huella en nuestra vida. ¡Probadlo! Cerrad los ojos y bucead en vuestros recuerdos. Volved a vuestra infancia y buscaros jugando. ¿Dónde estáis? ¿Con quién y a qué jugáis? ¿Qué veis? ¿Qué escucháis? Dejaros sentir… Y ahora volved a estas páginas y poned nombre a las escenas que habéis revivido y a los sentimientos que os han inundado. A ver si acierto alguno: alegría, nostalgia, bienestar, risas, amigos, libertad, retos, competiciones, imaginación, comunicación, ingenio, superación, estímulos, creatividad, peleas, esfuerzo, transgresión…

El recuerdo de nuestros juegos nos ayuda a tejer un retazo de nuestra infancia. Nos conduce hasta un escenario sin tiempo y sin espacio donde todo es posible. Donde el juego da sentido a todo lo que hacemos, y todo lo que hacemos es vivido como un juego.

Ahora, como padres, podemos reconstruir todos esos recuerdos a través de nuestros hijos e hijas. Podemos volver a sentir el placer de jugar y retomar el juego como instinto primario, como actitud lúdica, intrínseca al ser humano, que sólo necesita ser cultivada. Jugar con nuestros hijos significa ser partícipes de la construcción de sus recuerdos, dibujar puentes de comunicación que a lo largo de la vida cambiarán y se convertirán en sólidos cimientos. Significa contribuir a su felicidad a través de la nuestra.

Sabemos que jugar es una fuente inagotable de placer, alegría y satisfacción, que permite un crecimiento armónico del cuerpo, la inteligencia, la afectividad, y la sociabilidad. Ahora y siempre el juego es y ha sido un elemento fundamental en el desarrollo.  Un niño que juega es un niño sano. Nuestro bebé, jugando pone en estado de alerta sus sentidos, descubre su propio cuerpo, coordina sus movimientos y gana fuerza muscular. Después será capaz de desmontar, construir e inventar, permitiendo así que su creatividad entre en juego. Jugando con papá y mamá, aprenderá a disfrutar en compañía, a dejarse guiar, a gozar de la complicidad con los seres queridos. Porque jugar es también una manera de convivir y de reforzar los lazos familiares. Y jugando con iguales comprenderá que existen unas reglas determinadas que deben seguirse para poder jugar, aprenderá a conocer a los demás, a esperar el turno, a aceptar los resultados del azar, creando defensas a la frustración. 

Aprenderá a expresar emociones y a gestionarlas, a resolver problemas, a ganar autoestima, a interiorizar normas y pautas de comportamiento social. El juego despertará su curiosidad, su sentido del humor y su capacidad de esfuerzo.

Si quieres continuar leyendo este texto escrito por Imma Marín - directora y fundadora de MARINVA Juego y Educación - puedes suscribirte al contenido premium de Edúkame y consultar tu Guía ¿Juegas conmigo? Fomentando el vínculo afectivo de 0 a 6 años.

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Escrito por:

Rocío López Valdepeñas
Rocío López Valdepeñas

Maestra de Educación Primaria, especialista en Tecnologias de la Información y la Comunicación.

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