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No quiero pegar más a mi hijo ¿cómo puedo cambiar?

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Mi hijo tiene 2 años y ya no quiero pegarle. Sé que no está bien educarlo así pero cuando lo hago no me doy cuenta hasta después. Él es todo para mi y me duele lastimarlo, ¿pero cómo evito esto? También soy muy cariñosa con él le digo que lo amo, jugamos y creo que esto se debe a que yo intento cambiar lo que a mi me enseñaron pero a veces no puedo. ¿Podrían ayudarme?, de verdad lo necesito.

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Ana Arribas
Pedagoga y coach especialista en inteligencia emocional

El cerebro desde que somos bebés va asimilando e integrando las experiencias y respuestas que nuestro entorno daba a las diferentes situaciones (“yo intento cambiar lo que a mi me enseñaron”). Es como si se hubiese hecho un surco profundo y resbaladizo en nuestro cerebro por el que, ante la situación A o cualquier situación que a mi se me parezca a A, una bola bajase a toda velocidad pulsando el botón de la reacción que aprendí.

La dificultad está en que se produce antes de que seamos conscientes de las consecuencias que tiene… “pero cuando lo hago no me doy cuenta hasta después”. Comprendo la desazón que transmiten tus palabras "pero cómo evito esto,él es todo para mi".

Vaciar el vaso para poder llenarlo

En tu caso, el acto de pegar es una respuesta que tú tienes, un recurso que aprendiste o adquiriste y es probable que algún momento te fuese útil ya que el cerebro no malgasta energía en algo que no lo sea. Ahora bien, a veces, mantenemos respuestas que ya no son válidas ni productivas y lo que como niña me pudo servir para mi supervivencia, ahora, en la edad adulta, ya no es válido porque somos responsables de nuestro actos y tenemos más recursos a nuestra disposición que nos da la experiencia, o al menos, la capacidad de desarrollar otros nuevos.

Como tú misma ya sientes, pegar no es un recurso aceptable ni beneficioso, ni para ti, ni para tu hijo, ni para vuestra relación y en tu mano está la decisión de cambiar esa respuesta por otras más enriquecedoras para ambos. En tus palabras se nota que estás consciente de esto, así que te faltaría el segundo paso: hacerte responsable del cambio que quieres para ti y para tu hijo y poner los medios necesarios para hacerlo realidad.

En este sentido, también es importante que sepas que para llenar un vaso es necesario haberlo vaciado antes... el libro La ley del espejo, que podrás encontrar en la tienda Edukame o Tu hijo, tu espejo, de Sandra Aisenberg quizás te resuenen de algún modo.

La capacidad de cambiar lo que ya no sirve o no quiero

Cambiar una respuesta automática como la que comentas requiere estar plenamente enfocada en tu objetivo de cambio, en identificar lo que te pasa antes de que caiga la bola: sensaciones físicas, emociones y pensamientos. El esfuerzo y la constancia también te harán falta para crear un nuevo surco, esta vez sí, consciente y elegido que active la capacidad que tienes de acompañar emocionalmente a tu hijo en su desarrollo.

Te animo a que busques un acompañamiento profesional que te apoye en el logro de este reto que tienes en tus manos.

También puedes seguir leyendo para conocer más sobre la gestión emocional en la infancia.

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Ana Arribas

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