No quiere ir al colegio ¿qué está sintiendo? | Edúkame

No quiere ir al colegio ¿qué está sintiendo?

El niño que no quiere ir al colegio está expresando una emoción

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Hoy comparto una experiencia propia, que es muy parecida a otros casos que me voy encontrando tanto en la consulta personal con padres y niños o por videollamada. Para no hablar de otros casos, muestro el mío propio.

Mi hijo Iván de 6 años lleva varios días que cuando se levanta por las mañanas me dice que no quiere ir al colegio, que se encuentra raro y que se quiere quedar en casa.

Por intuición y sentido común descarto el malestar físico. Creo puede ser algo relacionado con sus compañeros o con el aprendizaje. Antes de que vaya a más hoy hablo con él.

Una actitud abierta para llegar a su mundo emocional

Lo hago con una actitud abierta y amorosa para estar sensible a su mundo emocional e intentar llegar a lo que le está perturbando

  • Yo: Creo que algo te pasa pero que no tiene que ver con tu salud. Ni con un dolor de barriga, ni con tos, gripe, ….
  • Iván: No lo sé mamá, sólo sé que no quiero ir ¡y punto! (con un tono enfadado y exigente).
  • Yo: (Entiendo que su tono fuerte es una muestra de su malestar interior). Vaya, ya veo que lo que te pasa te preocupa mucho. Y te está haciendo sentir mal. Y debe ser algo que te ocurre en tu colegio… ¿Te hace sentir mal algún compañero tuyo?
  • Iván: No, bueno a veces uno me quiere pegar pero yo salgo corriendo y ya está. (Mientras me cuenta esto su cara y su tono se relajan con lo cual intuyo que este tema no es el que le afecta).
  • Yo: ¿Te hace sentir mal algún profesor?, ¿algo de lo que te propone o te dice que hagas te cuesta?
  • Iván: (baja la cabeza y pone un gesto triste) No lo sé… Es “el taller de periodistas” que no me gusta. Bueno, sí me gusta pero me cuesta mucho. Tengo que leer mucho y escribir y me cuesta mucho. Me equivoco…. ¡No quiero hacerlo! ¡No quiero ir! (gritando y a punto de llorar).

Ni compensar, ni negar

En este punto de la conversación, en muchos otros casos que me encuentro, suele haber la tentación de ofrecer al niño una solución para compensar su malestar, como: ya hablaré con tu profesora para que te ayude más. Y en otros casos se tiende a negar la vivencia y sentimientos del niño: no es para tanto; si irás al colegio y a mí no me hables en ese tono; eres un caprichoso.

Pero ninguna de estás opciones le ofrecerá al niño herramientas que le ayuden a gestionar su frustración de equivocarse, ni cómo superar por él mismo sus dificultades.

Equivocarse es una nueva oportunidad para aprender

El tono enfadado y su negativa a ir al colegio son la manera que el niño tiene de expresarnos su malestar. Y ese malestar para él es real y además muy intenso.

  • Yo: Ya veo… Tienes una dificultad. Te gusta lo que haces pero te cuesta y eso creo que te asusta. Estás aprendiendo muchas cosas nuevas y algunas te cuestan y te equivocas
  • Iván: (Muy enfadado).¡Qué sí!! Que ya te lo he dicho!!
  • Yo: una maestra mía me dijo que las equivocaciones y las dificultades son oportunidades para aprender más. Porque cuando algo cuesta, hace que nos esforcemos más en aprender aquello. Y cada vez que nos equivocamos en algo hemos de volver hacerlo, así que estamos aprendiendo más. Cuándo tú escribes una palabra y te das cuenta que te has equivocado en dos letras, ¿qué haces?
  • Iván: La tengo que borrar y volver a escribir bien (con un tono de fastidio).
  • Yo: pues esa equivocación es una suerte para ti porque hace que te fijes más para que la segunda vez que lo escribas lo hagas un poco mejor. Y si lo tienes que hacer una tercera vez, aun será esforzándote más. Así que al final esa equivocación hace que aprendas más.
  • Iván: Pero los demás van más rápido que yo porque no se equivocan tanto.
  • Yo: ¿Estas seguro? Tal vez van más rápido porque se fijan poco y no lo hacen tan bien como tu crees… Lo importante no es cómo lo hagan los demás, lo importante para ti es como lo haces tu.
  • (Con un tono juguetón le digo), Cuando algo te cuesta y lo te tienes que repetir varias veces ¿qué parte de tu cabeza se debe estar activando más fuerte? Este ojo, o el otro, o tal vez sea la oreja derecha…. O esta parte de aquí de tu cerebro se pone más roja porque las neuronas están trabajando mucho.. (y le voy tocando y abrazando).
  • Iván:  No lo sé mama (riéndose y aceptando con gusto que le toque y abrace).

Se levanta y empieza a vestirse sin decir nada. Yo observo su gesto, su cara, su cuerpo. No lo intuyo enfado más bien todo lo contrario, algo más confiado en él mismo. Dejo que el silencio le permita reflexionar a su manera lo que hemos hablado y cómo lo hemos hablado. Yo también reflexiono.

¿Cómo le puedo ayudar?

Transmitiéndole que sus padres confiamos en él, en sus posibilidades, en sus capacidades y lo queremos tal y como es.

Darle herramientas que le permitan valorarse él mismo por lo que es y por lo que sabe hacer (sin compararse).

Orientarle para que vaya aceptando el error y las equivocaciones y las vea como nuevas oportunidades.

Vea que hay cosas que se le dan mejor que otras, por lo que habrá cosas que le serán fáciles y otras necesitarán más esfuerzo por su parte.

Y para todo esto sus padres debemos ser el principal espejo donde él pueda sentirse reflejado.

Para llegar al mundo emocional de los niños pequeños, hay que ir más allá de sus palabras y conductas, hay que escucharlos con todos nuestros sentidos abiertos e interpretar todos los mensajes que nos dan: el tono, los gestos de su cara, de su cuerpo, sus palabras, sus silencios.

La semilla

La conversación de hoy ha sido un pequeña semilla que hemos sembrado en una tierra muy fértil. Ahora hay que seguir abonándola y regándola  para que la planta o el árbol que crezca, lo haga sobre una raíces fuertes que le sostengan en los momentos buenos y en los de tempestad.

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Escrito por:

Cristina Garcia
Cristina Garcia

Pedagoga, Terapeuta infantil, Orientadora familiar, fundadora de Edúkame

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