Curar para aliviar las heridas de nuestros hijos

Las madres sabemos que las caídas, los resbalones, los heridas durante la infancia son muy frecuentes y casi podríamos decir que inevitables.

Sus constantes ganas de moverse, de probar las nuevas habilidades que su cuerpo va adquiriendo: correr, saltar, meterse dentro de espacios pequeños, subirse en los sitios, abrir o cerrar cajones, etc.; sabemos que muchas veces conlleva la inevitable herida, golpe o rasguño en su piel.

Las madres sufrimos con estos pequeños accidentes pero pretender que nuestros hijos se estén quietos o se muevan poco sería contraproducente para su buen desarrollo tanto físico, social, emocional, como de su inteligencia.  Así que  hemos de contar con estos pequeños y leves accidentes.

Curar emocionalmente

Ante una caída o golpe lo primero que hemos de hacer es curar. Curar física y emocionalmente.  

La cura emocional la ofrecemos con nuestro beso, (el amor lo cura todo), y con ofrecerle consuelo. Así que acoge su llanto o queja de dolor y evita la típica reprimenda que muchas veces oigo, como: “¡ves, ya te decía yo que te ibas a caer!, ¡claro, si siempre vas como un loco, no miras por donde vas!, etc.

Curar físicamente

La cura física puede venir de la variedad de productos que el mercado ofrece para estas ocasiones. Yo particularmente uso Cristalmina, el antiséptico de siempre muy adecuado para las heridas en la piel que además ahora vuelven a promocionar de la mano del bailador Rafael Amargo (lo he visto en www.elpoderinvisible.com).

Me gusta porque al ser un líquido transparente me permite jugar con el poder mágico, algo con lo que sé  que los niños pequeños creen: “¡no se ve porque su cura es mágica! Ya verás cómo pronto se curará tu piel”.

De todas formas, escojas la cura que escojas, acompáñala siempre con mimo y consuelo. Después, cuando tu hijo esté más tranquilo puede ser el momento de hablarle de cómo ser más prudente, algo que con el tiempo y tus buenos mensajes aprenderá a serlo.